Argo
Víctor Alvarado
Ben Affleck, por su talento como director, se está postulando como miembro de ese grupo selecto de actores-cineastas tipo Clint Eastwood, Robert Redford o Mel Gibson, que nos sorprenden cada día más por su modo de entender el cine. Si en El indomable Wilt Hunting (1997), acompañado por Matt Damon, demostró sus cualidades como guionista, en Adiós, pequeña adiós (2007) y Town. Ciudad de ladrones (2010) mostró sus capacidades como cineasta. Argo (2012) es, por tanto, la confirmación de que no estamos ante un simple espejismo o una casualidad. Lumet, Pakula y Pollack han sido sus referentes para contar unos hechos ocurridos a finales de los 70.
La historia gira en torno a un grupo de ciudadanos estadounidenses que, en los inicios de la revolución islámica de Homeini, logran escapar de la embajada de los EEUU en Teherán y trasladarse a la de Canadá, tras el asalto de una masa enfervorizada de radicales islamistas. El agente de la CIA, Tony Méndez, ideará un plan de lo más cinematográfico para sacarlos de Irán, haciéndose pasar por productor de cine.
Ben Affleck ha hecho un gran trabajo de documentación para tratar de dar vida a este relato basado en hechos reales, haciéndolo verosímil en todo momento, aunque el final se nota que está preparado para hacerlo atractivo al espectador, pero sin el uso de la acción. Estas licencias se tomaron porque cuando se recopilaron todos los datos de las personas que lo padecieron, cada uno lo contaba de modo distinto, lo que permitió al realizador el uso de la imaginación para recrear lo sucedido. El guión ha sido escrito por Chris Berrio, que se inspiró en un artículo publicado en Wired hace unos años por el periodista Joshuah Bearman, que contaba detalles interesantes de ese grupo de personas que sufrieron ese degradable suceso.
Por otra parte, este thriller político es muy dinámico no sólo por su montaje sino por el humor y la ironía que salpica todo el largometraje gracias al buen hacer de John Goodman y Alan Sorkin, ya que le ponen la salsa a Argo (2012) con sus ingeniosos comentarios, algo de lo que adolece el actor Ben Affleck que nos parece simplemente correcto.
Para tratarse de una película de género, el retrato de los personajes tiene cierta profundidad porque conocemos lo que sienten y piensan en todo momento a medida que van cambiando sus situaciones personales. Además, vemos como algunos de ellos se crecen ante las adversidades. Valoramos positivamente algunos planos cortos que enfocan a extras que recurren a la trascendencia en una situación límite. El protagonista representa a un héroe de carne y hueso, que nunca tira la toalla, ni en su vida profesional cumpliendo la palabra dada a los ciudadanos de sus país perseguidos, ni en su vida privada, donde apuesta por la familia a pesar de las dificultades.