EDITORIAL: Esclavos de la Corrupción
Editorial. Decía Ortega y Gasset que ser de derechas o de izquierdas era una de las muchas maneras que un hombre tiene de ser imbécil. Ortega ya demostraba dotes de visionario anticipándose al estado actual de las cosas en el que los casos Gürtel y Matsa demuestran que ser de derechas o de izquierdas es una de las más seguras maneras que un español tiene de ser "presunto" corrupto.
Llegado el ocaso de las ideologías, los límites entre PP y PSOE se difuminan, derechas e izquierdas son conceptos absolutamente intercambiables. Desaparecidas las ideas, el gobierno de un país no es ya la oportunidad de llevar un programa político a la práctica, sino la aspiración a gozar de la inmunidad parlamentaria que garantice la impunidad en el ejercicio de la corrupción.
Los dos grandes principios de nuestra "civilización" son la sacrosanta libertad y el poder económico. Todos rendimos culto a esos nuevos ídolos de la progresía. Creemos ser más libres cuanto más llena esté nuestra cartera. Sin embargo, cuando el peso del monedero es excesivo, puede limitar e incluso anular la libertad de movimientos.
Si es cierto que el poder corrompe, nadie tan corrupto como el pueblo soberano, que en el ejercicio de titular legítimo del poder consiente los desmanes.
Pueblo soberano español: Ha llegado el momento de recordar a nuestros gobernantes, como ya hiciera el gran Fernando de Rojas en su presunta novela "La Celestina", que las riquezas materiales no nos hacen libres, sino esclavos de ellas. En nuestras manos está que la bolsa, ilegal e ilegítimamente conseguida, se convierta en bola de presidiario. Nos entendemos, ¿verdad?