El presidente paraguayo reconoce que tuvo un hijo cuando era obispo
Noticias relacionadas
Redacción Madrid. 13 de abril.
El presidente de Paraguay y ex obispo de la iglesia católica, Fernando Lugo, reconoció hoy ser el padre de un niño de dos años, concebido cuando aún vestía los hábitos. Lugo admitió que el niño es fruto de una relación que mantuvo con una mujer cuando ocupaba el cargo de obispo en el departamento de San Pedro. "Es cierto que hubo una relación con Viviana Carrillo, asumo todas las responsabilidades que pudieron derivar de tal hecho, reconociendo la paternidad del niño", admitió el mandatario en rueda de prensa.
Las declaraciones de Lugo ponen punto final a la polémica desatada la semana pasada, cuando los abogados de la madre del niño, una mujer de 26 años, entablaron una demanda en contra del presidente por no asumir su paternidad.
Los abogados de Carrillo querían obligar al ex obispo a someterse a un examen genético para establecer el vínculo. Tras reconocer ser el progenitor y manifestar su compromiso a asumir sus responsabilidades, Lugo se negó a dar más detalles.
Asimismo, dijo que no volverá a hacer comentarios sobre el tema en el futuro para proteger la privacidad del niño y debido a las responsabilidades de su cargo. Reacciones Lugo, de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), asumió como mandatario en agosto de 2008, luego de derrotar en las elecciones de abril al Partido Colorado, que estuvo seis décadas en el poder.
Tras ganar las elecciones, el Papa Benedicto XVI dispensó a Lugo de sus votos religiosos, de la obligación del celibato y de las demás obligaciones que impone el estado clerical.
Tras el mensaje del presidente paraguayo comenzaron a producirse las reacciones, "es un acto de valentía y sinceridad", manifestó el obispo católico Mario Melanio Medina. "Lo felicito...
Está muy bien que lo haya reconocido, así tiene que ser", dijo el religioso a una radio local y le recordó a los oyentes que la Biblia dice que "solamente la verdad nos hará libres".
Medina dijo además que estos casos no son raros, no sólo en Paraguay sino también en otras partes del mundo, pero lo que la iglesia pide es que haya "responsabilidad y sinceridad".