El sueño de Pedro J. Ramírez
Francisco Torres García. Cuentan que Randolph Hearst le dijo a uno de sus corresponsales “usted mándeme las noticias y yo pondré la guerra”. Viene al caso el recuerdo porque gusta al director del diario El Mundo realizar reflexiones comparativas sobre la actualidad política y no sé por qué, analizando la eclosión de opciones y proyectos ante la puerta que abren las próximas elecciones europeas, me ha venido a la mente la imagen de aquel otro influyente periodista.
Hace mucho tiempo que Pedro J. Ramírez -dejando a un lado la valía del impulso al periodismo de investigación que ha supuesto su oferta informativa- anda “poniendo la guerra” en el panorama político español (Garzón, los GAL, el señor X, Gurtel, Bárcenas, operación abdicación…). ¿Las razones?: Para unos, mera ambición personal o megalomanía del periodista que, como en la vieja película de Ford, afirmaba “yo creo y destruyo políticos”; para otros, porque cree firmemente en un modelo democrático en crisis fundamentalmente por el afán totalitario que han mostrado los dos grandes partidos, PP y PSOE; para algunos, por deseo de venganza ante agravios sucesivos de González, Aznar, Zapatero y ahora Rajoy, fundamentalmente por lo que ha sido la política de control indirecto de los medios de comunicación mediante la utilización del favoritismo que todos han practicado dejándolo al margen.
Prescindiendo de entrar en el inescrutable campo de las razones reales, lo que para el analista resulta evidente es que Pedro J. Ramírez trazó hace tiempo las bases de una opción política para la regeneración desde las páginas de El Mundo. Y desde entonces la línea editorial de su diario ha mantenido la defensa cerrada de esas propuestas. Desde hace tiempo ha llegado a la conclusión de que es necesaria una opción política que encarne esas ideas rompiendo el totalitarismo del bipartidismo basado en las mayorías absolutas. Lo primero era romper el bloque monolítico y de ahí el apoyo cerrado que brindó a Rosa Díez. Ello debería ser el origen para crear un nuevo partido de centro orientado a ganar votos en los amplios nichos no ideologizados existentes en el electorado. Reforzó, sin abandonar a la líder de UPyD, el proceso apoyando a Ciudadanos, tratando sin gran éxito por la incompatibilidad personal de Rosa Díez con Albert Rivera de hacer confluir ambos movimientos. Ha contado en ello, y probablemente cuenta, con la inestimable ayuda de Federico Jiménez Losantos. Ahora, abre sus páginas a VOX. Su proyecto es hacer confluir esas opciones en un solo grupo de carácter centrista de cara a posteriores citas electorales: es el precio que ha puesto a su apoyo. Y los receptores del mensaje saben que, por ejemplo, sin su apoyo UPyD no habría conseguido salir del anonimato porque los otros dos grandes diarios-grupos no izquierdistas sólo apoyarán al PP.