Elecciones en Austria
Jacobo Gadea. 29 de septiembre.
Los resultados de las elecciones austriacas han sorprendido mucho en España, especialmente por el enorme ascenso en número de votos de la derecha identitaria, lo que en nuestro país se llama extrema derecha. Independientemente de las cifras cambiantes, es fundamental dar un repaso a la circunstancia que ha permitido que fuerzas que en España serían marginales en Austria se coloquen como piezas clave para gobernar.
El Gobierno saliente en la República de Austria lo formaban por una parte los socialdemócratas del SPÖ y por otro los centristas del ÖVP, que formaron una gran coalición tras las legislativas de 2006. Dicha gran coalición, semejante a la actual gobernante en Alemania, se convirtió, más que en un sitio de encuentro entre los dos mayores partidos de Austria, en un ring donde agrandar las diferencias entre ambos. La realidad es que el malogrado modelo de Gobierno ha fracasado en tan sólo 18 meses más por los personalismos irreconciliables entre el líder socialista Werner Faymann y el popular Wilhelm Molterer que por un auténtico enfrentamiento entre los partidos, tan sólo distintos en el trato formal y nunca de fondo en temas como la inmigración, los homosexuales o la relación del Estado con las distintas religiones, entre otros.
Los resultados no han podido ser más gráficos: mientras los partidos en el poder, SPÖ y ÖVP, han sufrido un descalabro importantísimo perdiendo entre los dos alrededor de un 16% de votos, la emergente derecha identitaria, FPÖ de Heinz-Christian Strache y BZÖ de Joerg Haider, ha conseguido casi un 30%. Es fundamental el dato de que el número de apoyos perdido por los gobernantes salientes ha sido casi exacto al ganado por los identitarios. Por último, los Verdes también han consguido representación parlamentaria, pero a costa de perder casi un 1% de los votos, quedándose con el 9’8%.
Las reacciones en los partidos no se han hecho esperar: tanto Haider como Strache han mostrado su voluntad de diálogo y de negociación para apoyar o no a un nuevo Gobierno. Además, el propio Haider ya ha sugerido la unión del BZÖ que él lidera y el FPÖ de Strache, lo que sin duda alguna aumentaría su capacidad electoral en próximos comicios.
Por su parte, los centristas han cambiado fulminantemente de líder eligiendo a Joseph Proell como su nueva cabeza. Pero lo más sorprendente ha sido la actitud y las declaraciones del actual canciller, el socialista Faymann: se ha mostrado dispuesto a renovar el pacto de gobierno con los centristas sí y sólo sí éstos cambian de dirigente (algo que, como he dicho, ya han hecho). Es decir, mientras la voluntad de los votantes ha sido claramente opuesta a la coalición que ha gobernado este último año y medio en Austria, los socialistas con el beneplácito de los centristas tienen la absoluta intención de renovarlo, dando la espalda al pueblo austriaco y a sus quejas.
De este modo es más que probable que socialistas y centristas austriacos vuelvan a gobernar, esta vez bajo una autoridad más fuerte por parte de Faymann sobre Proell y todo el ÖVP. Pero, a la luz de los resultados actuales, también es de suponer que si lo hacen en realidad favorezcan enormemente a los identitarios y sus miles de votantes. Quizás sea un error de cálculo o, simplemente, un intento de aferrarse al poder cueste lo que cueste.