Georges Clemenceau
El protagonista del día es Georges Clemenceau, jefe del ejecutivo francés, bajo cuyo mandato entró en vigor la ley de Separación el 21 de diciembre de 1907, lo que supuso la expoliación de los bienes de la Iglesia en Francia.
La ley de Separación del Estado francés y la Iglesia Católica se había aprobado el 9 de diciembre de 1905. Esta ley fue un ataque frontal a los católicos franceses, porque no reconocía a la Iglesia personalidad jurídica, por lo que dejaba de ser sujeto de derechos. En consecuencia, todos los bienes de la Iglesia en Francia quedaron sin propietario, por lo que había que buscar un nuevo titular. El gobierno francés decidió que el nuevo dueño serían las llamadas asociaciones cultuales o encargadas del culto. Las asociaciones cultuales compuestas por laicos, recibirían su capacidad de la ley civil; a la vez, el texto legal, prohibía la intervención de la jerarquía en las mismas.
Se arrebataba así a los católicos un derecho natural inalienable, pues tal disposición legal suponía que la práctica de la religión emanaba del Estado. La ley daba un plazo para constituir las asociaciones cultuales, porque de no hacerlo así, el Estado se apropiaría de todos los bienes de la Iglesia.
La respuesta del Papa, San Pío X fue la siguiente: “Sé cuantos andan preocupados por los bienes de la Iglesia. A mí sólo me inquieta el "Bien". Perdamos las iglesias, pero salvemos la Iglesia. Miran demasiado a los "bienes" y poco al "Bien".
El 13 de abril de 1908 comenzó la incautación efectiva de todos los bienes muebles e inmuebles de la Iglesia, y por supuesto se retiró la subvención que el clero recibía, según lo acordado por el concordato firmado por Napoleón en 1802. En el Journal Officiel –el Boletín Oficial francés- de 1908 se pueden consultar las largas listas de tantos lugares de culto y objetos religiosos, que fueron a parar a manos de particulares. Particulares que, a diferencia de San Pío X, les preocupaban más los "bienes" que el "Bien".