Hillary Clinton pide el aborto mundial en la ONU
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Stefano Gennarin. NUEVA YORK. Veinte años después de que los Clinton no consiguieron que los países declararan el derecho al aborto, la sra. Clinton dijo a un exclusivo público en la ONU que la humanidad no puede avanzar sin derechos reproductivos. «No se puede avanzar en igualdad de género o en un desarrollo humano más amplio sin proteger la salud o los derechos reproductivos de las mujeres», declaró. Clinton se mantiene firme en que la salud reproductiva incluye el aborto.
La líder indiscutida en la carrera por la nominación presidencial demócrata en 2016 fue el plato fuerte del Día Internacional de la Mujer en la sede de la ONU el pasado 7 de marzo, y arrancó el estruendoso aplauso de un público adinerado al denunciar cómo la igualdad de la mujer sigue siendo «el gran asunto inconcluso del siglo XXI».
Los derechos reproductivos son el punto de partida para una agenda de desarrollo exitosa, según la ex Secretaria de Estado, que llamó a esta una «verdad fundamental». Muchos países no comparten esa verdad.
La conferencia de la ONU más reciente sobre desarrollo, celebrada en 2012 mientras Clinton era Secretaria de Estado, no mencionó los derechos reproductivos, en cambio, hizo hincapié en el desarrollo socioeconómico. La polémica sobre el término ya afecta las negociaciones para la agenda de desarrollo post 2015, nuevo plan mundial en reemplazo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que vencen en 2015. El aborto aun divide a los partidos políticos incluso en países progresistas. La Unión Europea no está unida en la cuestión de los derechos reproductivos y el aborto.
La semana pasada, Noruega, Irlanda, el Reino Unido, Dinamarca, Países Bajos y Australia amonestaron a representantes de Kenia y de Hungría por no incluir los derechos reproductivos en un informe de seguimiento de las discusiones de la ONU sobre las metas de desarrollo sostenible. De 193 países, 51 mencionaban los derechos reproductivos durante los debates, según ellos.
El informe está pensado como base para futuras discusiones. Menciona la salud sexual y reproductiva y omite el término «derechos reproductivos». Las políticas de derechos reproductivos han canalizado miles de millones de dólares hacia agrupaciones que practican o promueven el aborto.
Pocos países esperaban este resultado cuando los derechos reproductivos fueron mencionados en una conferencia de la ONU sobre desarrollo en 1994. Se atribuye a Hillary Clinton el haber desempeñado un papel tras bambalinas al conseguir que esa conferencia avalara los derechos reproductivos como paradigma para el desarrollo, aunque no obtuvo el derecho al aborto.
Los críticos del abordaje del desarrollo centrado en los derechos reproductivos cuestionan las prioridades de quienes lo defienden.
La mayoría de los países en desarrollo coincide en que las mujeres y los hombres tienen derecho a casarse libremente y fundar una familia, y a hacer uso de la planificación familiar, pero permanecen indiferentes ante los pedidos de liberación y autonomía sexual, que a menudo se describen como síntomas de decadencia occidental y que conllevan múltiples riesgos para la salud.
Las agrupaciones que se ocupan de mejorar la salud materna (uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en los que se han hecho menos avances) se quejan de que los países donantes subvencionan generosamente los proyectos de derechos reproductivos mientras queda rezagada la preservación de la vida de las mujeres en el parto.
Las medidas vitales para mejorar la salud materna, como la atención obstétrica de emergencia y la atención del parto por personal cualificado, reciben escasa atención de los defensores de los derechos reproductivos, a quienes preocupa más una amplia agenda en pos de la autonomía y la liberación sexual.
Pese a los logros de Hillary Clinton como esposa de un político poderoso y en su propia carrera, sigue siendo una figura que polariza. Mientras se intensifica su campaña en las sombras por la nominación presidencial demócrata de 2016, puede estar poniendo la mirada en una oportunidad más para convertir el aborto en derecho humano. Tanto en 1994 como ahora sigue siendo un reto