Manuel María Bru. 20 de Septiembre.
En esta semana, en la que en el parlamento que se inventó para que los representantes del pueblo discerniesen la consecución del bien común de sus representados, se ha empezado a discernir como incrementar el holocausto del aborto, puede venir bien recordar algunas “mentiras del aborto”
Es mentira lo de la “interrupción libre del embarazo”, porque ni se interrumpe nada (técnicamente “se mata” a un ser humano por asfixia, aplastamiento o envenenamiento), ni es libre, porque en la mayoría de los casos esta condicionado por la terrible presión de millonarios traficantes de la muerte, como el doctor Morín.
Es mentira que existe un derecho al aborto fundamentado en la “libre elección” (este es el lema), porque en el fondo todo acto moral, o inmoral, es consecuencia de una libre elección. También el terrorista podría recurrir a ese supuesto derecho, porque mata en virtud de una “libre elección”.
Es mentira que en España el Estado no pague los abortos, incluso los ilegales, porque aunque estos se lleven a cabo en clínicas privadas, estas no sólo se aconsejan desde las clínicas públicas, sino que además se aconseja acudir a fundaciones públicas que, con el dinero de todos, subvencionan los costes de este crimen.
Es mentira que la actual ley proteja al nasciturus, aunque este formulada como tal, abriendo la puerta en la práctica a todos los posibles casos de aborto en virtud de unas supuestas excepciones que quedan despenalizadas.
Es mentira que las leyes de plazos –la del Herodes histórico no fue otra cosa que una ley de plazos contra la infancia- sean menos malas que la aún vigente. Además de renunciar a los conceptos de delito y de protección de la vida se trata de poner arbitrariamente una edad como límite al derecho a la vida.
Es mentira el supuesto debate filosófico sobre el momento en el que existe la vida humana, porque tanto como vitalmente, nadie duda en realidad de que el aún no nacido es un niño. ¿Han oído alguna vez a alguna madre que antes de dar a luz, durante toda la gestación, hable de él como de un trozo de carne?
Y por último, es mentira que el aborto sea la respuesta a un problema. A lo que responde es a una estrategia, la estrategia de la cultura de la muerte, que tiene al aborto como su buque insignia, y que no reconoce la dignidad del hombre por se hombre, y por tanto la del anciano, la del discapacitado, la del pobre, sino sólo de algunos, los útiles y dóciles al poder.