Norberto de la Mata. 2 de diciembre.
Neil Young siempre ha sido muy especial. Tras una infancia difícil, con sus males y los conflictos de sus padres, empezó en la música siendo un adolescente. Su primer grupo importante fue Búffalo Springfield, que pudo ser el más importante de la costa oeste de Estados Unidos si no hubiesen existido los Byrds. El resto de su carrera ha estado marcada por sus vivencias. Sus primeros discos fueron los más exitosos. Los años 70 fueron una escalada triunfal, con varios trabajos alabados por la crítica, tanto en solitario como acompañado, ya fuera con sus Crazy Horse o con sus amigos Crosby Stills & Nash. Los 80 fueron una etapa de cambios, si bien al final de la década ya empezó a apuntar lo que sería su resurgir a principios de los 90. Desde entonces, se ha convertido se en uno de los músicos más respetados, considerado el “abuelo del grunge”.
Nunca ha sido el de Toronto un artista muy normal, nunca ha vivido como los demás, nunca ha buscado el éxito –sólo un número 1 en su carrera: “Heart of gold”. Por ello, siempre ha mantenido cosas en su caja de los recuerdos. Sin embargo, ahora un ya viejo Neil ha decidido destapar el tarro de las esencias y cumplir los deseos de sus seguidores. De esta forma, en los últimos dos años ha lanzado una serie de conciertos que nunca antes habían sido editados. Tras la publicación de “Live at Fillmore East” y “Live at Massey Hall”, uno más eléctrico y el otro más acústico, ahora, con “Live at Canterbury House” nos deleita mostrando su lado más intimista, recuperando sus primeros temas en solitario y regalándonos temas de su anterior etapa: con los Búffalo Springfield.
Entonces, ¿qué nos podemos encontrar al escuchar este disco? Por un lado, temas de su época con su anterior banda, de la que ya a principios de 1968 empezaba a distanciarse –de hecho, faltaba a las sesiones de grabaciones asiduamente-, y con la que creó piezas tan magníficas como “Mr. Soul” –abrió su actuación en Rock in Rio Madrid-, “On the way home” o “Expecting to fly”, todas ellas recogidas en este disco. Por otro lado, también aparecen temas de la que será una de las carreras más fructíferas de la segunda mitad del siglo 20. Hay canciones de su primer disco, como “I’ve been waiting for you” –también recuperada en Rock in Río Madrid- o “The loner”. También nos ofrece algunas de sus composiciones “desaparecidas” –nunca publicadas en la discografía oficial- como “Winterlong” –aunque no aparece la versión completa que aparecerá en el recopilatorio “Decade”- o “Sugar Mountain”. Incluso otras más que aparecen en álbumes posteriores: “Birds”, por ejemplo, aparece en “After the gold rush”, de 1970.
La edición se completa, además, con un DVD, en el que aparece el audio de la actuación con una imagen fija, además de extras, y el trailer de presentación de sus Archivos, que son una recopilación de trabajos nunca antes editados en formato digital que se enmarcan entre 1963 y 1972. Está previsto que salgan a la venta el próximo año y son muy esperados por su legión de fans, sobre todo después de los retrasos que acumula su puesta en el mercado. Eso sí, esta colección incluye el recién estrenado concierto “Sugar Mountain”, aparte de los mencionados directos en el Massey Hall y en el Fillmore East, por lo que algunos optarán por esperar. Sin embargo, otros impacientes ya lo tenemos en nuestras manos y lo degustamos como los buenos caldos.
En definitiva, “Sugar Mountain” es un disco recomendable para los seguidores de Young. Sin embargo, los no iniciados en su música no podrán disfrutarlo como lo harían con otros trabajos más populares, entre los que podríamos citar “Harvest”, “Everybody knows this is nowhere” o “Rust never sleeps”.