No hay nadie que les crea
Tomás Salinas García
Si las diferencias entre las previsiones de los expertos y las del Gobierno para este año eran ya conocidas, un crecimiento previsto del 0,8% frente al 1,3% del Gobierno, la discrepancia para el año próximo se acentúa aún más. Ninguno de los estudios se aproxima a lo que desde el ejecutivo se asegura. Los economistas prevén un crecimiento del 1,5 %, que coincide con la previsión del Banco de España y la del FMI, y los políticos socialistas auguran un 2,3 %. Pero lo peor no es eso, el análisis realmente preocupante es el que afirma contundentemente que el paro continuará aumentando; los economistas prevén que el número de parados del año próximo sea unas 350.000 personas superior al que espera el Ministerio de Economía, pasando del 20,1% al 20,4%, con una media del 20 %. Y para terminar de dar buenas noticias, los economistas tampoco se creen los objetivos de reducción del déficit. Ni los economistas ni nadie. En resumen, que estamos como siempre, o mienten o no saben. Y, sinceramente, ya no sé yo cuál es la peor de las opciones, casi que prefiero el engaño del embustero a la ignorancia del tonto. Por si acaso, y para entretener al personal, ahí está el ministerio de Economía pidiendo un voto de confianza, nada por aquí, nada por allá, y te saco euros y creación de empleo de la chistera (made in China).
Pero dejémonos de discutir sobre los datos, a ver cuáles son más de fiar. Aquí la cuestión no es saber quién es más preciso en sus previsiones. El problema es que ni las de unos ni las del otro son halagüeñas pues exhiben demoledor al paro, el auténtico lastre del país, lo que nos impide reaccionar, el cáncer que este gobierno inepto ha sido incapaz de atajar. Claro que, si escuchas al delfín Rubalcaba el año viene habrá curro para todo dios, la economía crecerá y saldremos como un cohete de la crisis. Imagino que su optimismo tendrá que ver con las elecciones municipales, las autonómicas, las primarias, y con el hecho de vender el país por fascículos a China. Porque la realidad dice otra cosa. No hay trabajo.