Por verte temida y honrada
La Lupa del YA. "Quiera Dios que sea la mía la última sangre española vertida en discordias civiles". Desconocido deseo de un notorio político de los años treinta, que acabaría siendo víctima a la postre del cainismo hispano desatado por los socialistas en 1934, y que desembocó en guerra abierta dos años después.
Guerra Civil, guerra en la que aflora toda la ruindad que albergan los rincones ocultos del corazón del hombre. Las viejas y nuevas envidias, el odio entre hermanos, la denuncia del vecino, los ajustes de cuentas. Todo tan atroz y tan español, o tan español por atroz.
Despreciable chusma, aprovechándose del río revuelto. Miserables cambiando de chaqueta. Hombres honrados y de honor alzándose para pelear por sus ideales. Ojos de miedo, de desesperación. La España eterna que se repite a sí misma en el ritual de la muerte y la tragedia.
España siempre se hizo con mucho sufrimiento, con esfuerzo, con sangre. Liberales y absolutistas, rojos y nacionales. Gestas heroicas en la defensa de unos valores, acertados o no, loables o infames. Esa España que ahora sólo es país, país de demagogos, gobernado por minorías que gobiernan con pocos votos y mucho apaño. Por políticos que dicen representar al pueblo, y que acaban por saquearlo, embrutecerlo. Golfos insolidarios, trileros y mangantes, dispuestos a desmantelar el Estado en beneficio de los poderosos de siempre.
Fuimos territorio de ensayo. Cómo nos dio por saco toda Europa. Cómo se cebaron y nos descuartizaron entre todos. Cómo nos humillaron. Cómo estrangularon a esta entrañable y vieja nación. Es mentira que hubiera ayudas de uno u otro signo. Hubo ensayo y espectáculo. El espectáculo de la sangre, del vino, de las mujeres bravas, del romanticismo, de la barbarie ancestral. El espectáculo de asistir, con siniestra sonrisa, al choque de la mejor infantería del mundo contra la mejor infantería del mundo.
Tras un breve paréntesis histórico de reencuentro con nuestra identidad, volvemos a ser objeto de ensayo. Se nos ha perdido el respeto, y volvemos a ser cobayas. Lejos queda la España temida y honrada por la que alegres sus hijos fueron a la muerte. En la probeta, un pueblo sin verdades -todo es relativo-, sin memoria, adormecido por las drogas, adoctrinado por los medios, que convierte la muerte en cultura asesinando bebés y ancianos, que reniega de su familia, que asiste impávido a su desmembración y adocenamiento. "Show must go on". El espectáculo debe continuar.