Francisco Alamán Castro. Contesto a un catalán, no sé si separatista o no, que me escribe sin insultarme. Me he extendido un, poco pero creo que merece la pena contestar con claridad al educado señor Kira. Rara avis
Usted falta a la verdad, no miente, solo falta a la verdad, para mentir hay que tener intención de engañar y pienso que usted no la tiene.
Le agradecería me dijese donde he dicho yo “que los tanques deberían actuar” en Cataluña. Sería tristísimo al menos para mí, seguramente para los nacionalistas menos; los Mas y demás canalla ya estarían fuera con el riñón más que cubierto, no tendrían que responder de sus robos a los catalanes, ni justificar ante ningún tribunal sus inmensas riquezas.
Yo, efectivamente, soy irrespetuoso con la gente que no piensa como yo, pero siempre y solo con los que previamente fueron irrespetuosos conmigo. A mí se me ha llamado de todo, se ha dicho que yo insultaba a Cataluña, que yo incitaba al golpe de estado. Se me ha llevado a los tribunales de manera estúpida y calumniosa. Se ha pedido en el parlamento catalán que se me castigase severamente por cosas que yo no había dicho, lo mismo en la prensa nacionalista. Me han llamado cobarde, golpista y mil lindezas más, algunos, los más retrasados mentales, me amenazaron con un tiro en la nuca, ya sabe que las amistades de Tarda y otros de Esquerra, simpatizantes de Terra Llure, ya han asesinado así, despanzurrando con dinamita a varias personas, con especial crueldad y muchas gracietas más. Yo tengo motivos para tener miedo al entorno del señor, no le tengo ninguno a él, sé que es un cobarde y el sabe que me puedo defender, Tardá de cerca ni me riñe y si insisto hasta me sonríe.
Efectivamente la mayoría de los catalanes son estupendos y nadie decente los quiere fuera de España. Durante siglos de historia hemos sido una nación y una nación muy grande, con especial presencia de catalanes en ella. Ya sabe usted, a poco que haya leído a gente seria, que lo del nacionalismo es muy moderno, ¡modernísimo!
Le cuento:
El primer partido nacionalista catalán fue la Lliga (1901) que inventó lo del nacionalismo, pedía un estad federal, a ella se apunto Macia (teniente coronel del Ejecito español), en 1922 se escindió con un sector más nacionalista (Acción Catalana)
Decía Maciá entonces en Las Cortes: 17-6-7. “Y les dije: que yo había pertenecido treinta años al ejército, que le tenía un cariño grandísimo y que al ejército habría de apoyar siempre con mis iniciativas y con las de mis queridos compañeros, porque yo le quería con toda mi alma… Les dije también que tenía una deuda de gratitud con D. Alfonso XIII (le había hecho coronel por la cara) y que esta deuda de gratitud me obligaría por toda mi vida a ser partidario de D. Alfonso XIII. No sólo Cataluña no es separatista ni quiere serlo, sino precisamente cuantos estamos en la Solidaridad Catalana hemos venido a ella por motivos patrióticos, el levantamiento de una España grande, honrada, pacífica y trabajadora”. Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados.
11-5-1916, fíjese, no hace 100 años. “Esta España grande y noble, esta España de nuestros ensueños, esta España que, organizando inteligentemente sus industrias, pueda acudir a la lucha económica en el mercado extranjero, y allí, en aquel torneo libre de la inteligencia y del trabajo, vencer; único medio de llegar a ser una Nación rica y poderosa”.
Esto lo cuenta, y es fácilmente verificable, nada menos que J. M. Roig Rosich, nacionalista notorio, Director del Centre d’Història Contemporània de Catalunya, professor d Història contemporània a la Universitat Rovira i Virgili, De militar espanyol a independentista català, Barcelona, Esfera dels Llibres, 2006. Alcover, Alt Camp.
Nos aseguran expertos en la materia:
Antoni Rovira i Virgili, de Esquerra Republicana, presidente del Parlamento de Cataluña en el exilio. En Resum d’història del catalanisme, 1936, la escasa aceptación que el movimiento catalanista tenía entre la población a finales del siglo XIX: “Había unos cuantos catalanistas en Barcelona y algunos otros escampados por las comarcas. Se los podía contar. Muchas villas tenían un solo catalanista; otras, ninguno”.
Francesc Cambó i Batlle, de derecha, cofundador de la Lliga primer partido nacionalista: “En su conjunto, el catalanismo político era una cosa misérrima cuando, en la primavera de 1893, inicié en él mi actuación y consagré por completo mi vida. Organizamos excursiones por los pueblos del Penedès y del Vallès donde había algún catalanista aislado a quien dirigirnos para pedirle que encontrasen un balcón o unas mesas en la plaza mayor desde donde hacer nuestros discursos. Recuerdo que, al llegar, generalmente la plaza estaba vacía y sólo por las esquinas se veían asomar algunas cabezas. Exceptuando a la juventud, no creo que hiciéramos grandes conquistas: los payeses que nos escuchaban no llegaban a tomarnos en serio. Aquél era un tiempo —cuando inicié mi actuación política— en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa. Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre sí. La gran mayoría de los catalanistas estaban encantados de vivir en cenáculo, de ser una minoría que se consideraba depositaria de la verdad y del patriotismo. Los catalanistas eran muy pocos… cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado”. Josep Pla, Biografía de Francesc Cambó, 1930.
Y decía un tontorrón vasco en 1931: “El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia”. Miguel de Unamuno.
La realidad es que Cataluña y los catalanes fueron protagonistas activos de la Historia de España, que es su Historia.
El Imperio, la Inquisición, el Siglo de Oro, los Tercios, Lepanto, Orán, San Quintín, la Armada Invencible , Pavía, Ceriñola, etc. Todos ellos son episodios de la Historia de España de la que Cataluña naturalmente era una parte, como mi Asturias del alma. Renunciar a España es renunciar a sí mismos, a lo que son, es repudiar a sus antepasados y a sus tradiciones, renunciar, en suma, a su propia catalanidad.
Felipe II. Rey de España y conde de Barcelona, descendiente directo de catalanes.
España regía y disponía los destinos de Europa. Eran, por tanto, los embajadores sus súbditos más escogidos.
España confió en ilustres catalanes la defensa de los intereses de España.
El primer catalán Juan de Borja, conde de Mayalde, nacido en Bellpuig de Lérida en 1533, la embajada de España en Portugal (1569), la del Imperio (1577), dos plazas clave en el orden internacional de la época, sustituyó (1581) a Don Juan de Borja, el también catalán, Guillén de San Clemente, quien prolongó su embajada reinando Felipe III, su representación en Inglaterra al catalán Don Gerau de Spes, (1568). Al Papado se envió (1564), como embajador al catalán Don Luís de Requesens. Pío IV, Pío V. Don Luís fue enviado como lugarteniente de Don Juan de Austria en la armada contra los turcos en la batalla de Lepanto (1567), que cambiaría el curso de la Historia. Posteriormente fue nombrado gobernador de Milán y de los Países Bajos, 1576, otra vez se volvió a confiar Roma a un catalán, Don Antonio Cardona y Fernández de Córdoba, (1590). Cinco ilustres catalanes que sirvieron lealmente a Patria en el acrecentamiento y mantenimiento del Imperio Español, Imperio que también fue obra suya. “Embajadas y embajadores en la Historia de España”, de Miguel Ángel Ochoa Brun.
Siguieron la lucha en la guerra de independencia, las dos victorias del Bruch, las primeras victorias españolas contra Napoleón, por soldados y somatenes catalanes y la bonita leyenda catalana que la canta, El Niño del Tambor: el episodio del joven pastorcillo que pone en fuga a las tropas napoleónicas con la colaboración del eco de las montañas de Montserrat. Isidre Lluçà i Casanoves, el niño de la historia, no podía combatir por su edad, pero quiere ayudar a su pueblo contra los franceses, así que toma su tambor y se pone a tocar. El eco de las montañas hace que dé la impresión que son miles de tamborileros, por lo que el ejército francés se bate en retirada. En el lugar, había un monumento, y una inscripción, seguro la han quitado, que dice: “Viajero, para aquí, que el francés también paró, el que por todo pasó no pudo pasar de aquí”. Los tres sitios heroicos de Gerona
Le siguió el general catalán Juan Prim y Prats que organizó un batallón de voluntarios catalanes, llamados como los “nuevos almogávares”. Cuando el batallón de voluntarios catalanes desembarcó en Marruecos, Prim les arengó en catalán, recordándoles que eran el orgullo de la Patria. Prim y estos voluntarios a su mando tendrán un protagonismo decisivo en la toma de Tetuán, Prim y sus voluntarios fueron laureados por su valentía y arrojo en las batallas las de Castillejos, Tetuán y Wad-Ras.
En primera los catalanes estaban en inferioridad y desmoralizados por las bajas sufridas. Prim montó en su caballo, cogió la bandera (*) y les arengó: “¡Soldados¡ Vosotros podéis abandonar las mochilas que son vuestras, pero esta bandera es de la Patria . Yo voy a meterme con ella, entre las filas enemigas ¿Permitiréis que vuestra enseña caiga en manos del enemigo? , ¿Dejareis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ¡Viva España! (*) No la estrellada.
Y como colofón nuestra guerra civil. Hubo más voluntarios catalanes en el bando nacional que en el catalanista, para ello tuvieron que desertar del bando republicano, lo que a muchos le costó la vida, ningún catalanista deserto del bando nacional al republicano. Se portaron muy valientemente. De las tres unidades más condecoradas por su valor fueron, los primeros Regulares, los segundos el Tercio Requeté de Nuestra Señora de Montserrat y los terceros la Legión.
El lavado de cerebro al más puro estilo totalitario de los niños catalanes, llevado a cabo por los separatistas en los últimos treinta años, y la asquerosa, se le podría llamar traidora a la Patria, con toda certeza, actuación de nuestros políticos, ha hecho que todo esto se olvide.
Al fin y al cabo los separatistas han cumplido con lo suyo, los que se dicen políticos españoles son los que no han cumplido, faltando muy gravemente a su palabra de cumplir la Constitución y resto de leyes menores.