El protagonista del día es el escultor madrileño Ricardo Bellver y Rodrigo, que falleció el 20 de diciembre de 1924. Fue alumno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde obtuvo varios premios. En 1874 ganó una plaza de pensionado, por oposición, en la Academia Española de Bellas Artes de Roma.

En 1877, en su tercer año como pensionado en la capital italiana, realizó en yeso su obra más célebre, El Ángel Caído. Un año después la presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid, donde obtuvo con ella la Primera Medalla. Ese mismo año se hizo una fundición en bronce para la Exposición Universal de París. Desde 1885, esa escultura decora, en lo alto de una fuente, la plaza homónima del madrileño Parque del Retiro. Precisamente en este lugar había una ermita dedicada a San Antón, derribada por Carlos III para edificar la Fábrica de Porcelanas, que fue destruida durante la Guerra de la Independencia. Y desde entonces aquel lugar quedó vacío hasta que se construyó la Glorieta del Ángel Caído y la fuente, dedicada al demonio. El conjunto tiene unas dimensiones aproximadas de 10 metros de largo, 10 de ancho y 7 de alto. La escultura de Bellver mide 2,65 metros de alto.

Dicen que la escultura tiene valor artístico, lo que no es ninguna novedad. No son pocas las representaciones artísticas de Satanás, tanto en pintura como en escultura. Más novedoso es que una ciudad le dedique un monumento al demonio, al parecer el único que existe en el mundo. Y eso sucede en la capital de la muy católica España, sin que ninguno de los alcaldes que se han sucedido en esta ciudad, desde 1885 hasta la fecha, se hayan atrevido a derribar el monumento y guardar la escultura en un museo. Tal acción, a buen seguro, que sería muy aplaudida: nada contra el arte, todo contra el demonio.