Zapatero ha comprado a Hernando del Pulgar
Carlos Gregorio Hernández. 16 de abril.
Los Reyes Católicos consiguieron que Juana, la sobrina de Isabel de Castilla, fuera conocida por todos como la “Beltraneja” y que su hermano Enrique haya quedado retratado para la posteridad como el “Impotente”. Concertaron su propio matrimonio y lograron, pese a las reservas iniciales, la anuencia del papado. Sostuvieron una guerra civil prolongada y luego, para consumar su proyecto, conquistaron Granada, expulsaron a los judíos y sellaron los enlaces de su descendencia para culminar, aunque sin suerte, la tan anhelada unidad peninsular. No nos cabe duda de que si Zapatero no tiene su lado a Antonio de Nebrija (¿quizás Aído o sus miembras?), ni a Fernández de Córdoba (¿Chacón y su Kossovo?), ni a Cisneros (¿el católico Pepiño?), si que cuenta al menos con lugartenientes semejantes a Hernando del Pulgar, Alonso de Palencia y otros cronistas de la misma talla. Y si no los tiene sabe procurárselos. Llama al ministerio a Gabilondo y a González-Sinde, ofrece canales TDT de pago, publicidad pagada por el Estado y publicidad sustraída del mantenimiento de las televisiones públicas para someter por ley vía financiación a las televisiones ¿y radios? privadas. Consigue que la ínclita Esperanza salude la llegada del “constructor” Pepino como a un nuevo Conde de Guadalhorce primorriverista. Sebastián y Gallardón se “descorullan” y sonríen hermanados en un redivivo abrazo de enemigos en Vergara. Y además meterá como ministro de Deportes más goles que Fernando Torres, más canastas que Gasol y más smatches que Rafa Nadal y toda la “Armada Invencible” junta. Hasta la “pérfida” Liverpool es spanish, cosa que nunca consiguieron Spinola, Sforza, Doria y el mismísimo Santa Cruz.
Carlos I de España y V de Alemania sufragó con apuros las obras de su palacio de Granada a pesar de contar con el oro y la planta de Indias. La defensa de la unidad y la integridad de la Cristiandad no podía pagarse ni multiplicando los Potosís y le dejó por momentos sin los ducados precisos para encargarse de su propia residencia. Zapatero lo tiene mucho más fácil. La España de la corrupción generalizada, la crisis y demás, en la que el poder político es el único que tiene seguro el puesto y el salario sin rendir cuentas a nadie, le deja los caudales necesarios para crear todos los ministerios que su ideología progresista necesita.
Zapatero no sólo es más inteligente que las derechas, puesto que va a conseguir con toda su obra de marketing e imagen retrasar al máximo su epitafio, sino que también es mucho más eficaz. Ese tiempo no es para superar la crisis, que quizás le llevará por delante, sino para aplicar a España aquellos elementos que para él son sustanciales. Cuando le llegue la hora de rendir cuentas electorales tendrá en su haber educación para la ciudadanía, el aborto legalizado, la ley de libertad (sic) religiosa, quizás la eutanasia para el año próximo y un largo etcétera de medidas que convertirán su mandato en todo un salto adelante en la inversión de valores sociales. Será para los progres que escriban la Historia (todo parece indicar que serán ellos quienes lleven al cine y a los libros la historia pues el Presidente también se ha encargado de repartir presupuesto y cultivar afines en este gremio) Zapatero I el “eficaz”. ¿Se imaginan a un político de las derechas anticipando reformas ante una presumible y próxima derrota electoral?