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Diario YA


 

Libro de la semana

Él y yo

Javier Paredes

Algunos escuchan con sus oídos interiores palabras claras e inolvidables que proceden del Cielo, a las que llaman locuciones. No es una pauta general ni necesaria en el camino hacia la santidad, porque es un don inmerecido que reciben algunas personas. Una de estas personas es Gabrielle Bossis, una autora de teatro que vivió a las orillas del Loira y viajó para representar sus obras por toda Francia, Bélgica, Marruecos, Italia, Canadá y Palestina. Gabrielle Bossis puso por escrito las locuciones que tuvo entre los años 1936 a 1950, y las publicó bajo el título "Él y yo", una auténtica joya de la espiritualidad. Él, naturalmente, es Jesucristo.

Daniel Rops, el insigne intelectual francés, hizo la introducción de la edición de 1950, donde afirma que todo el libro respira “el buen olor de Cristo”. Así por ejemplo, podemos leer la siguiente locución del año 1940: Me condenarías a une especie de muerte si en tu espíritu, el barullo de los pensamientos terrenos oscureciese tu pensamiento en Mí. Como es sabido, las culturas han sido el resultado de conjugar tres elementos: el mundo, el hombre y Dios. Pues bien, las palabras transcritas del libro de la Bossis, son un diagnóstico certero de la crisis intelectual que atravesamos, por faltarnos la tercera dimensión.

Ciertamente no es una novedad editorial, pero es un libro vivo que va agotando edición tras edición. Y es que a fuer de sincero, debo de manifestar que el libro de Gabrielle Bossis, desde que lo descubrí, es uno de mis libros de cabecera, que siempre llevo en la cartera. A veces dicen de un libro como mérito que se lee de un tirón, pero no es este el caso. Sus páginas invitan a la lectura meditada, a hacer oración con él por decirlo sin rodeos, por lo que hay que leerlo poco a poco. Hace años que lo leí por primera vez y, a pesar de que lo utilizaba casi todos los días, la primera lectura me llevó varios meses. Lo he acabado y lo he vuelto a empezar varias veces, ya las he perdido de cuenta. Y resulta curioso que cada vuelta que le doy me cuesta más tiempo acabarlo que la anterior.