Éxito del cine espiritual
José María Caparrós
Durante la presente semana se está celebrando en Barcelona -y después irá a casi todas las diócesis españolas- la IX Mostra de Cinema Espiritual. Ya son nueve los años que la iniciativa del profesor Peio Sánchez, doctor en Teología y especialista en cine, tiene una vida muy saludable. De ahí que la Asociación SIGNIS haya acogido esta fructífera actividad, que incluso se ha ido extendiendo por países extranjeros y recientemente fue presentada en el Vaticano.
Diez espléndidas películas -nueve de preestreno y un clásico recuperado: El festín de Babette (1987), de Gabriel Axel- han llenado un programa que pone en evidencia el interés por el cine espiritual del público contemporáneo en esta época de laicismo.
Coincidiendo con el “Año de la Fe”, los organizadores inauguraron la muestra con una película de gran categoría artística: Cristiada (2012), del norteamericano Dean Wright. Una coproducción mexicano-estadounidense sobre la Guerra de los Cristeros (1926-1929), que trata con valentía y equilibrio un conflicto entre Iglesia y Estado de hace casi un siglo. La sala se llenó hasta la bandera.
Entre los filmes exhibidos, cabe destacar Moscati, el médico de los pobres (2009), de Giacomo Campiotti, El molino y la cruz (2011), de Lech Majewski, A villaggio di cartone (2012), la última realización de Ermanno Olmi, y Grandes esperanzas (2012), del británico Mike Newell, coincidiendo con el bicentenario de Dickens. Asimismo, se presentó en la Filmoteca de Catalunya -donde se tuvieron algunas sesiones, junto a las celebradas en la Facultad de Comunicación Blanquena- un número monográfico de “Qüestions de vida cristiana” dedicado al cine espiritual.
En unos tiempos de increencia, es notable el éxito que está teniendo este certamen por parte de tantos espectadores ávidos de películas trascendentes.