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Diario YA


 

Opera bufa que defiende el triunfo del amor sobre la castidad

“El Arbol de Diana” de Martínez y Soler, la obra que hizo sombra a los títulos más conocidos de Mozart

Luis de Haro Serrano

“El árbol de Diana” compuesta por el compositor valenciano Vicente Martínez Soler sobre libreto de Lorenzo Da Ponte, una de las setenta óperas producidas en el Burgtheater de Viena entre los años 1783-1786, se presentará en el Teatro Real del 17 al 26 de marzo bajo la dirección  musical del maestro Ottavio Dantone y con dirección escénica del mexicano Francisco Negrin. La producción es del Real en coproducción con el Liceo y la colaboración de La Fundación Autor. Su estreno tuvo lugar el 1 de octubre de 1.787

Por su éxito, compitió con títulos tan conocidos de Mozart como “La nozze de Fígaro”, “Cosí fan tutte” y, “Don Giovanni”. En dicho teatro llegó  a representarse en más de 65 ocasiones, frente a las 62 de “Il Barbieri di Siviglia “de Paisiello, 38 del “Fígaro”, 15 de “Don Giovanni” y 10 de “Cosí”. Después de su estreno se presentó en Praga y Leipzig y, dos años más tarde, en Londres, Moscú, Milán y Madrid. Durante el verano de 1788 se volvió a producir en Viena en versión singnspiel alemán, que llegó a alcanzar incluso más éxito que el “dramma giocoso” con el que en principio se había concebido.

A lo largo de su vida Martínez y Soler compuso 30 óperas y 20 ballets. De ellas varias de carácter serio como “Ifigenia in Aulide”, “Ipermestra” y “Partenope” para después ir  derivando a la ópera cómica con títulos como “Il tutore burlatto” de la que se realizó un arreglo para zarzuela con el nombre de “La Madrileña”, presentada como ópera en el Teatro del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso. A esta obra siguieron otras tan interesantes como “L’amor geloso”, estrenada en Nápoles, “La burle per amore”  y “La vedova spiritosa”, en Venecia y Parma. Títulos que situaron al autor en la cumbre de la fama, compitiendo con compositores como Salieri, Haydn, Cimarosa, Pasiello, Cherubini y el propio Mozart convierte en deliciosas melodías. Fue la opera más popular en la Viena del Emperador José II.

Tuvo a su disposición a los mejores libretistas del momento, Lorenzo Da Ponte,  Charles Lepicq y Doménico Rossi. Fue el compositor predilecto de soberanos como Carlos IV, José II y Catalina de Rusia, siendo Viena la ciudad que con más entusiasmo recibió sus obras, especialmente “Il búrbero di buon cuore”, “El árbol de Diana” y “Una cosa rara”. Título que sirvió de base a Miguel Perelló para realizar el guión de una película estrenada en televisión el año 2008.

En su música se encuentran numerosas cavatinas y arias que llaman  la atención del aficionado más exigente. El propio Da Ponte la describía como “una obra dulce en la cantinela, gentil en el fraseo, auténtica en la expresión y llena de fuerza y gallardía”.

Muchos de sus pasajes están  estructurados para tres voces  o dúos con una deliciosa cadencia y un atractivo fraseo, además de con el predominio de numerosos momentos que tienen un carácter pastoril al estar compuestos en un formato de contradanza. Su estilo encaja mejor dentro del concepto del clasicismo vienes;   dulce y lleno de gracia.

“El árbol” de M. Soler y “La flauta” de Mozart guardan  una particular semejanza; Diana y las ninfas con la reina de la noche y sus tres damas; la presencia de personajes clave como  Britomarte y Papageno o el asalto a la fortaleza de Sarastro.

Tiene la trama de toda una ópera bufa en la que se ralata el triunfo del amor  sobre la castidad, encarnado por el clericalismo intransigente y represivo y la actitud tolerante de un emperador progresista

El equipo artístico y el reparto. Ottavio Dantone, a pesar de ser un gran conocedor de la música del compositor español, en esta ocasión su dirección resultó bastante monótona y mecánica, muy alejada del calor que la obra necesita. La Orquesta, como es natural, respondió con el mismo espíritu. Francisco Negrin, definió esta ópera con gran acierto al indicar que “El Arbol” es simplemente un gran musical que se puso de moda en su época. Su escenografía, aparentemente simple, contó con dos inestimables ayudas; la de los adelantos de las modernas técnicas de montaje del teatro y, en gran parte por lo perfecta iluminación de Bruno Poet.Sin estos apoyos, habría pasado sin pena ni gloria El vestuario gozó de gran imaginación en la parte femenina, pero deslucido e inapropiado en el de los pastorcillos. El movimiento de la escena, muy agudizado en el primer acto resultó demasiado simple y sin gracia. Una de las salidas de escena de la diosa después de una larga y lucida  intervención (recitativo y aria) fue de echarse a llorar. Otra inconguencia merecedora de cita es la utilización de la bañera en el segundo acto. Un artículo de baño que, a pesar de que su origen se remonte a la época del Palacio Knosos de la isla de Creta (1.700 a de C.) su presencia, dentro del contexto en que estaba situada, resultó tan anacrónica como chocante.

Del elenco vocal –bastante joven, por cierto- destacaron únicamente la soprano rusa Lyubov Petrova (Diana), bastante lucida, especialmente en su aria con Edmione al final del 2º acto, por la belleza de su legato y la expresividad de su sonido. Marina Comparato, que actuó a pesar de haber sufrido días antes un pequeño percance físico en el escenario, actuó con una voz muy versátil y agradable en el difícil papel de Amore. El resto del reparto; ninfas y pastores: Ainoa Garmendia, Marisa Martins, Jossie Pérez, Pavol Breslik, Dimitri Korchak y Simón Orfila, solamente cumplieron en la parte vocal pero no en las necesidades escenográficas.