“La Duquesa de Gerolstein” de Offencbah vuelve a la Zarzuela
Luis de Haro Serrano
El Teatro de la Zarzuela vuelve a presentar esta atractiva opereta de Jacques Offenbach, revisada para su conversión en formato de zarzuela. El maestro Cristóbal Soler la dirige de nuevo como ya lo hiciera hace algunos años. Una obra que conoce muy bien, que califica de genial y divertida. Con ella la zarzuela recupera un género tan lucido como la opereta, que durante los siglos XIX y XX subió en tantas ocasiones a su escenario. En esta ocasión se ofrece la obra completa al haberse recuperado los dos números que por su longitud discursiva se venían tradicionalmente suprimiendo, tras haber sido convenientemente revisados para su conveniente actualización.
Su estreno tuvo lugar el 12 de abril de 1867 en el Theatre des Varietes situado en el boulevard de Montmatre de París, coincidiendo con el gran movimiento cultural y artístico que supuso la Exposición Universal de París de ese mismo año con el conocido lema de “Progreso y Paz”. Circunstancias que llevaron a su autor a prepararla apoyado en dos puntos clave; poder contar con la colaboración de los conocidos libretistas franceses Henri Melihac y Ludovic Halevy y utilizar los valores artísticos de la atractiva y coqueta intérprete Hortensia Schneider”, una mujer caprichosa y extravagante que ejercía un especial atractivo en los grandes políticos del momento. Su contenido, dado el parecido con ciertos personajes como Catalina de Rusia e Isabel II en España, le hizo tener numerosos problemas con las respectivas censuras para su puesta en escena.
Tras su estreno con pleno éxito en París, pasó a interpretarse rápidamente en los principales teatros del mundo. Dos años después se presentó en Londres y seguidamente en New York. Madrid la representó por primera vez el 7 de noviembre de 1868 en el Teatro del Circo (Bufos Arderius). La producción de esta ocasión es la del Festival del Valle d`Itria de Martina Franca de 1996, con dirección de escena, escenografía, vestuario e iluminación de Pier Luigi Pizzi.
La música de Offenbach ofrece todo tipo de contrastes en los que se unen con éxito grandes arias, dúos y números corales muy destacados, especialmente en cada uno de los finales de sus tres actos, del que destaca, por su vistosidad el segundo; con el carrillón de la abuela, lleno de colorido, ritmo y movimiento
Los libretistas franceses y el compositor Offenbach, que en ese momento era considerado como el príncipe de la opereta de París, debido a las más de setenta obras que había compuesto, prepararon una crítica satírica contra los caprichos de la alta burguesía, así como del militarismo irreflexivo y a su, a veces, inútil parafernalia. Como prueba del atractivo físico que despertaba la coquetería de la protagonista, se comenta que a las representaciones de París asistieron personalidades como el emperador Napoleón III, Eduardo VII de Inglaterra, el Zar de Rusia Alexander II, el emperador de Austria Francisco José y Otto Von Birsmarck de Prusia, a los que la protagonista le gustaba recibir en la intimidad de su camerino.
A pesar de su belleza, esta singular opereta de Offenbach no se representa mucho hoy. Las estadísticas de “Operabase” la sitúan en el lugar 199 durante el periodo 2005/2010, con 24 y 14 representaciones en Francia, según los años.
Puesta en escena
Es de agradecer la generosidad, el esfuerzo y la imaginación que el equipo de la Zarzuela está desarrollando en esta temporada para sacar adelante una programación tan difícil, variada y sugerente. Prueba de ello es esta genial obra de Offenbach, para la que ha elegido lo mejor, la dirección de escena personalizada por Pier Luigi Pizzi,que se ha hecho cargo, además, del vistoso vestuario y la iluminación –todo impecable- y el inmejorable doble elenco vocal al que se han unido sus ya tradicionales valores como la dirección orquestal, la orquesta y el coro dirigidos por Cristobal Soler y Antonio Fauró. Destacar a alguien resulta difícil dado que todos han brillado por su entrega total en la parte musical y en la dramática. A pesar de ello mencionamos a la soprano Nicola Beller Carbone (Gran Duquesa), por la belleza, elegancia de su voz y su amplio registro sonoro, Elena de la Merced como Wanda, muy convincente en todos sus pasajes por su atractiva sonoridad, así como Andeka Gorrotxategui (Fritz), César San Martín (General Bun), Gustavo Peña (Príncipe Pol) y el magnífico cuerpo de baile, impecable en su difícil y dura coreografía.
Es de justicia hacer referencia también al desarrollo del programa pedagógico paralelo realizado en colaboración con prestigiosas Instituciones como la Fundación Juan March, entre otras, que abrió su pequeño escenario a la presentación de una obra tan injustamente olvidada como es la ópera de cámara del compositor madrileño Conrado del Campo, “ Fantochines”, que, como prueba de su valor artístico, llegó a presentarse en el Teatro Real en 1923 así como en otros teatros europeos. Supone todo un homenaje y elogio a lo pequeño.
Bienvenidas sean pues estas deliciosas reposiciones de la Zarzuela en una temporada de alto rango, caracterizada por la variedad y el valor histórico- cultural de todo lo que se ha programado, tanto en el formato de versión escénica como el de concierto.