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Diario YA


 

Obra muy influida por la ópera italiana pero con temas españoles

“Los diamantes de la corona” en el Teatro de la Zarzuela

Luis de Haro Serrano

La zarzuela en tres actos “Los diamantes de la corona” del compositor Francisco Asenjo Barbieri  cierra la actual temporada lírica el Teatro de la Zarzuela. Con ella realiza un acto de justicia histórica al programar una de las grandes obras de Barbieri, que no se veía en dicho teatro desde el año 1893.

El libreto de Francisco Camprodón, según comenta el musicólogo  Cotarelo y Mori en su gran obra  Historia de la Zarzuela, es bueno, no solo por su recorrido argumental sino por la habilidad y desenvoltura de la historia y sus personajes.

Un texto que, en líneas generales, respeta el desarrollo original de esta ópera cómica compuesta tambíen en tres actos, con el título “Les diasmants de lacouronne” realizada por el compositor francés Daniel Francois E•sprit Auber. Un libreto bastante bien adaptado a la ideología del pueblo español en el que se han eliminado  numerosos párrafos por inapropiados para la época en la que la compuso Barbieri  que varió ciertas situaciones argumentales para dotarlas de un mayor verismo..

La zarzuela se estrenó en el Teatro del Circo de Madrid el 25 de septiembre de 1854. Desde el principio tuvo una gran acogida popular, llegándo a  alcanzar  pronto cerca de  treinta  representaciones.
 
En esta ocasión se presenta como una nueva producción del Teatro de la Zarzuela que ha confiado la dirección de escena al experimentado profesional José Carlos Plaza y la músical al joven maestro Cristóbal Soler que cuenta con una gran experiencia en la dirección de música de zarzuela al haber dirigido obras de Chueca, Vives y Chapí. En el foso estará  la Orquesta de la Comunidad de Madrid, acompañada por el coro titular del teatro dirigido por Antonio Fauró y un doble elenco en el que se encuentran voces  de gran calidad como las de Carmen  González, Yolanda Auyanet, Antonio Ordoñez, Lola Casariego, Fernando Latorre y César Sanmartín. La edición musical corre a cargo de Emilio Casares.

La acción de la obra se sitúa a finales del siglo XVIII. Cuenta la historia de una joven que se hace amiga de personajes tan diversos como unos bandoleros y unos nobles. Tras diversas vicisitudes llegó a convertirse en reina de Portugal.

“Los diamantes de la corona” es una zarzuela muy influida por la ópera italiana, pero tocada  con tonos folklóricos españoles, realizados con bastante humor.
El planteamiento de su estructura musical es el mismo de una ópera; arias, dúos, concertantes, grandes números corales, etc. El preludio sirve para presentar la línea musical de la obra.  Catalina tiene unas intervenciones muy líricas de la que destaca su gran aria final.
El texto está muy bien  coordinado con el verso. Conviene recordar que, en esa época, la música estaba pensada sobre todo para que sirviera de diversión al pueblo.

Según comenta Mª Pilar Espín en sus notas al programa, la música preparada por Barbieri para esta obra es una de sus producciones más interesantes por la maestría con  que se adapta al desarrollo de su acción y  la sicología de los personajes, así como por la unidad  que consigue con una música muy hispana y otras de diversa procedencia, como el bolero que no le impide tener una alusión clara a su original línea italiana, muy del estilo de compositores como Bellini o Donizzetti.

El equipo artístico
La Organización del Teatro de la Zarzuela con la presentación de esta nueva producción  de “Los diamantes de la Corona”, tiene  doble motivo para estar satisfecha. De una parte ha hecho justicia a los  méritos del compositor Federico Barbieri y, lo más importante, ha realizado  una puesta en escena bastante digna.

La escenografía y dirección de escena de José Carlos Plaza, perfecto conocedor de estos trabajos, ha sido sencilla pero de gran eficacia teatral, especialmente en los actos primero y tercero. Bien los movimientos escénicos, a pesar de que en algunos momentos los intérpretes y de manera muy concreta los componentes del coro los exageraran un poco, a pesar del carácter humorístico que tenían que transmitir.

Cristóbal Soler fue justamente muy aplaudido, supo llevar con precisión a la orquesta y de manera especial a los protagonistas, especialmente en los concertantes, dúos y cuartetos. El Coro, que tuvo una destacada participación en la obra, intervino siempre con fuerza, claridad y belleza. No ocurrió lo mismo con los solistas que, a excepción de Carmen González (Catalina),  casi todos tuvieron una intervención  carente de gracia o chispa interpretativa y bastante falta de expresividad en su declamación, exagerando inexplicablemente el tono de sus pasajes, más notable en  Albert  Montserrat (Marqués de Sandoval) que posee una  voz con un timbre muy agradable pero poco hecha que le obliga a forzar demasiado los agudos. Antonio Ordóñez (Ministro de Justicia), Lola Casariego ( Diana), Cesar Sanmartín (Sebastián) y Fernando Latorre (Rebolledo) al actuar en la misma línea resultaron poco convincentes.

Carmen González  fue la única que se salvó. Sacó adelante su papel de Catalina con bastante dignidad, tanto en el aspecto vocal como en el escénico. Muy lucida en su gran romanza del acto tercero “De que me sirve..”, así como en el bolero a dos “Niñas que váis a vender flores a Granada”, muy bien arropada por Lola Casariego. Acertado también el sentido de la iluminación de Francisco Leal y de gran efecto los figurines de  Pedro Moreno, que supo darle ese estilo Kish tan adecuado al desarrollo de las necesidades argumentales de la obra.