Principal

Diario YA


 

Cuento de Navidad

Beatriz y el ratón blanco

Macarena Assiego. La nochebuena había transcurrido con gran felicidad para la familia de Beatriz. Tras la cena, la Misa del Gallo y tantos y tantos villancicos, dormía feliz recordando a su nuevo amigo, un joven sin trabajo que fue invitado por los papás de la niña a compartir la alegría del nacimiento del Salvador.

Entre sueños escuchó una vocecilla débil que pedía ayuda seguida de un gran estruendo que terminó de despertarla. El gato de la familia, un gato negro, simpático y maleducado acababa de tirar todos los libros de la estantería. Aún adormilada, de nuevo oyó la vocecilla implorando auxilio.
- ¡Por favor, sálvame de este gato malvado!
- ¡Cállate, imbécil! - susurraba el gato tragón.
Asustada, se incorporó para llamar a su madre pero ante sus ojos apareció un ratoncito blanco que le hizo una reverencia a la antigua usanza. “No llames a tu mamá, por favor, Beatriz. Líbrame del malvado gato y desapareceré”, imploraba el pobre roedor.
No salía de su asombro la niña que a pesar de sus diez años era muy espabilada. “No puede ser, estoy soñando. Los animales no hablan”,  exclamaba sorprendida…
- ¿Acaso no sabes que la Noche del Gran Acontecimiento Dios nos otorgó a los animales capacidad para hablar?, respondió el gato acercándose al tembloroso ratón.
- Sí, querida niña, hoy es la Noche del Amor y podemos hablar como los humanos. Por eso te suplico que no permitas mi eliminación pues soy un ratón de la estirpe de los que estuvieron en el portal de Belén.
- Y yo de la estirpe de los que se zamparon a todos los roedores de Belén, ¡no te digo!, ironizaba Mushu, el mimado felino.
Beatriz se restregaba los ojos y se pellizcaba los brazos con el fin de despertarse de una vez y tras comprobar que ya estaba despierta tomó una firme decisión: evitar que su gato cenara ratón blanco. “Si los animales podían hablar en Nochebuena bien podrían entender en esa Sagrada Noche”, pensaba.
Dicho y hecho. Tomó en sus manos al asustado ratoncillo e indicando al enfadado gato que la siguiera se dirigió al salón en el que se hallaba el belén más grande de la casa. Allí junto a la imagen niño Dios conseguiría su propósito. 
- Bien,  ratoncito, dices que eres descendiente del ratón que vio al Niño Jesús; pídele a Él que medie una tregua entre gatos y ratones al menos por esta noche.
Ante la sorpresa de Beatriz, Eduardo, que así se llamaba el ratón, se inclinó profundamente ante el Niño Jesús de porcelana solicitando permiso para entablar negociaciones con el enemigo. Casi se cae del susto la niña cuando la figurita guiñó un ojo al ratón que raudo emitió un silbido, acudiendo así un montón de elegantes ratones blancos que se abrazaban entre sí. Por su parte, el clan de los gatos también se reunía en torno al niño Dios para comenzar las negociaciones de paz.
Pasaron horas y horas de discusiones que no conducían a nada y de grandes esfuerzos de la pobre niña para evitar que algún gato espabilado engullese a un roedor aprovechando la confusión. Ante el fracaso de su plan, Beatriz pidió ayuda a uno de los ángeles que custodiaban la puerta del salón para evitar la presencia de algún mayor y éste aprovecho para recordarle la fecha en la que estaban.
Beatriz impuso su voz y rodeada de ratones comenzó a relatar La Historia más Grande jamás contada. 
“En una noche oscura una pareja buscó cobijo para dar a luz a un niño que cambiaría la Historia de la humanidad. Por su nacimiento, los hombres comenzarían a entenderse y su Amor se extendería por toda la tierra. Eso es lo que me contaban mis padres y las monjitas de mi colegio, pero esta noche, cuando mi amigo Bob sonreía cenando con mis padres y mis hermanos sin conocernos de nada, cuando mis hermanos mayores bromeaban con un extraño igual que con sus amigos, pude ver a Jesús en sus corazones. Aunque sea una niña sé que el que busca a Dios en los demás le encuentra, así que si vosotros, animales, podéis entender por una noche nuestro lenguaje, os pido que seáis amigos por unas horas dando ejemplo a muchas personas que no saben amar porque no buscan a Jesús”.
Una fuerte ovación de gatos y ratones interrumpió el improvisado discurso de la niña y todos estrecharon sus manos sellando una paz, breve pero paz, que permanecerá todas las noches del 24 de Diciembre hasta el regreso del Salvador a la tierra. Beatriz participó de una singular fiesta rodeada de ratones, gatos y ángeles cantores festejando la victoria de La Luz sobre las tinieblas. Y aunque las tinieblas hayan nublado su corazón de niña en algunos momentos de su vida, recordará siempre el amor que respiró en su hogar la Nochebuena de 2010.
 
PARA QUE SIEMPRE BUSQUES LA LUZ Y ENCUENTRES A CRISTO.
 
 Con cariño: tu madre