Cuando los dioses nacían en Extremadura
Javier Paredes
Rafael García Serrano, en una de sus novelas, Plaza del Castillo, y también publicada por la editorial Homo Legens como esta historia novelada de la conquista de Méjico, clasificaba a los individuos de le especie humana en cuatro categorías. Escribía el genial navarro: “Hay hombres, hombrines, hominicacos y cagurrines”. Pues bien, Hernán Cortés, el hombre que se rigió por la disyuntiva de “O comer con trompetas o morir ahorcado”, el protagonista de esta biografía novelada que comentamos… A García Serrano se le escapa de su original clasificación y por eso le sitúa en aquellos tiempos en que “los dioses nacían en Extremadura”. En efecto, Hernán Cortés nació en Medellín (Badajoz) el año 1485, hijo único de un hidalgo extremeño, casado con Catalina Pizarro, por lo que era primo segundo del conquistador del imperio inca. Su padre le envió a Salamanca a estudiar Leyes, donde permaneció durante dos años, pero abandonó la carrera en su afán de embarcarse para las Indias o participar en las campañas de Gonzalo Fernández de Córdoba en Italia. Y en esos tiempos en que su madre Catalina no sabe a ciencia cierta por donde anda su hijo, uno de sus parientes trata de tranquilizarle diciéndole que la falta de noticias es la mejor prueba de que nada le pasa. Con este motivo García Serrano comenta que Hernán Cortés no podía estar muerto sin que se supiera porque “aquel hijo valía más que una muerte ignorada” (Pág. 36).
Y nosotros los españoles… Los que amamos a nuestra patria y leemos por encima de la media nacional… ¿Qué sabemos de Hernán Cortés? ¿No le habremos condenado a una muerte ignorada en nuestro recuerdo histórico? Pues si es así, esta es la ocasión de rectificar y conocer a uno de nuestros grandes conquistadores, de nuestros benéficos civilizadores, gracias a la maestría de García Serrano, que respetando la verdad histórica, que siempre es más apasionante que la ficción, agrega a la información de Bernal Díaz o de Madariaga la magia de su forma de describir caracteres y lugares, para que una vez empezada la lectura de este libro no se pueda dejar hasta el final, porque si la novela histórica se adereza con la verdad de lo que pasó y la belleza de la literatura, hay que conceder a Cuando los dioses nacían en Extremadura la categoría de una obra maestra, porque contiene estos dos ingredientes en grado sumo, verdad y belleza, en la descripción novelada de la biografía de Hernán Cortés y de la conquista de Méjico.