Fernando Ballesteros. 4 de marzo.
Se hartó de decir Guardiola en los días de vino y rosas que la cosa no estaba, todavía, ni a medio camino, que un par de partidos malos, que los tiene cualquier equipo, pondrían la liga en un pañuelo. Pues ni por esas. Sus palabras no tuvieron efecto, o eso parece.
En primer lugar en su plantilla, que parece acusar más de lo deseable el golpe de dos derrotas y en segunda instancia en la acera de enfrente, donde se escuchan y leen cosas como "ya se creían que la tenían ganada". ¿En qué quedamos entonces? porque o yo lo he soñado o la prensa no paraba de repetir cuando venían bien dadas en la casa azulgrana que la cautela de Pep era digna de admiración.
La impresión es que todo vale en esta guerra psicológica que en los últimos días se ha convertido en tortura. Un proceso éste de "todos a por la remontada" que hace que uno tenga sus dudas sobre la identidad del equipo que jugó contra el Barça el pasado domingo. Dice el calendario que era el Atlético pero ocho de cada diez previas y nueve de cada diez crónicas, lo desmienten. Jugó el Madrid.
Y es una pena el ninguneo general porque lo del domingo, con sus luces y sus sombras (un saludo desde aquí a Pablo Ibáñez) recordó al Atleti histórico. A ese carácter imprevisible, indómito, que hacía sufrir porque, casi siempre con menos, luchaba por lo mismo que el que más. Igual es un espejismo pero a veces piensas que no todo está perdido y que en el camino en el que tanto se ha quedado y tanto se han llevado, siempre va a quedar algo de la esencia. El domingo llega una buena oportunidad de honrar a los Collar, Leivinha, Gárate y compañía y demostrar que sigue quedando algo de aquello que no ha conseguido borrar la desastrosa historia moderna de esa Sociedad Anónima.
En fin, el caso es que comienza uno medio indignado con el despliegue mediático pro-caza y casi acaba sentimental. Y digo casi porque voy a acabar con una sonrisa: ¿se acuerdan del debate Messi-Robben?. Seguro que si, sólo han pasado tres semanas. Es poco tiempo pero, miren por donde, el suficiente para que hoy el debate sea el que trata de responder a una pregunta: ¿juega mejor el Real Madrid sin el holandés?. Y si no saben lo mejor del caso, se lo cuento yo: los que formulan esta pregunta son los mismos que pusieron al tulipán a la altura, o por encima, de la pulga argentina. Delirante.
Y si, por si alguno de ustedes ha estado en otro Planeta durante los últimos días, les diré que la ventaja del Barcelona sobre el Real Madrid se ha quedado a estas alturas en unos raquíticos cuatro puntos que para el visionario Boluda es uno, pues da por segura la victoria blanca ante los catalanes cuando éstos visiten el Bernabeu. Lagarto, lagarto.