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Diario YA


 

Editorial: "Con nosotros nunca podrán"

Con nosotros nunca podrán

En las últimas horas, hemos asistido perplejos y horrorizados a varios atentados terroristas en países donde el islamismo tiene una presencia mayoritaria. En Irak, en Turquía, en Afganistán o en India, el radicalismo islamista ha querido hacerse notar de la única manera que sabe y puede, regando con sangre inocente aquellas tierras que a duras penas pueden recuperarse de otras lacras. La respuesta de Occidente vuelve a ser tan tibia y cobarde como casi siempre, incapaz de hacer un análisis sincero y objetivo de la realidad.
 
Frente al discurso que pretende hacer a la Iglesia Católica, y por extensión a todos los cristianos, culpables de casi todos los males del planeta, frente a ese discurso basado en topicazos infumables que datan de la Edad Media, engordados por la poderosa imaginación de algunos o por la sonrojante ignorancia de otros, sólo el cristianismo es capaz de ofrecer una visión integradora de la vida humana, así como de transmitir un mensaje sincero de paz y hermandad, de esperanza y de encuentro con Dios.
 
Mientras otras religiones sirven de excusa para que exaltados sin alma ni razón aticen su odio contra los demás (contra quienes no responden a sus caprichosos parámetros políticos, éticos o estéticos), la Iglesia católica sigue dando a la Humanidad motivos para creer que es posible un mundo mejor. Allí donde otros aprietan los dientes y mueven a los pueblos a la lucha sin cuartel, Jesucristo está también presente para repetir su palabra integradora y salvífica: “amaos los unos a los otros”. No hay quien pueda con esa afirmación de amor incondicional al prójimo.
 
Siempre hemos sido perseguidos los católicos, ¿es que nos van a achantar ahora? ¡Que truenen sus bombas y explote su odio innato, si eso es lo que quieren! Que siga Ahmadineyad frunciendo el ceño y desafiando a los países libres, que nada conseguirá para sus bastardos intereses. La violencia ilegítima, el terrorismo en sus muchas formas y expresiones, sirve sobre todo para pudrir a sus promotores por dentro, para darles una ilusión de poder. El Hacedor, Dios Nuestro Señor, tiene contados todos nuestros cabellos.
 
No es momento de guardar silencio, sino de dar testimonio. Frente a su oferta de muerte, la propuesta de fraternidad. Frente a sus ojos inyectados en sangre, nuestra bonhomía y serenidad. Frente a su obsesiva tendencia sanguinaria, nuestra mirada limpia y sin miedo. Porque nosotros somos católicos, sí, y aunque amamos esta vida, porque es reflejo de la generosidad divina, sabemos que la Muerte es el principio de un camino que termina en los brazos del Padre. Con nosotros nunca podrán.

 

Martes, 29 de Julio de 2008.

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