El nuevo socialismo valenciano
Tomás Salinas García. Ximo Puig le ha ganado a Jorge Alarte el pulso por el control del PSPV. Y para apuntalar su victoria ha edificado una dirección con 69 personas que se van a partir el pecho por levantar el socialismo en la Comunidad Valenciana y constituir una oposición seria y responsable al PP. A tal fin, y con la misión de que todos se involucren en el proyecto, no se han creado las áreas de Empleo y Educación. Quizás será que en ambas parcelas las cosas van tan bien que ir por ir no merece la pena, pero si hay que ir, pues se va, que será por gente, que son un buen puñado y alguno habrá con ganas de comerse el marrón. O quizás las balas silbaban tan cerca que se trataba de priorizar y un despiste lo tiene cualquiera. Se esquivan los tiros, se cubren las espaldas ante las traperas puñaladas y después, con todo quisqui dentro del reparto, se ponen los parches a la chapuza. Que lo primero es lo primero, hay que hinchar el castillo para que quepan los de aquí y los de allá, que no se quede ni una familia sin mojete, y después al tajo, a organizar el circo.
A 35 se les da un trabuco para que, una vez a la semana, desplieguen su poder ejecutivo. A 34, un tirachinas y una buena pila de guijarros para que, una vez al mes, debatan los grandes asuntos (entre los que no están, por lo que se ve, el empleo y la educación). Y por encima, armados con metralletas, se establecen 7 vicesecretarías que, tras cavar, cavar en la mina, dormirán con Blancanieves en la casita del bosque. Un panorama idílico con Pajín de número dos. Y es que no hay nada más lindo que las familias unidas, atadas por los lazos del amor. Una cúpula que exhibe orgullosa el alejamiento creciente del socialismo valenciano respecto de la sociedad, una ejecutiva estructurada en un caótico cónclave resuelto con el reparto de chuches para todos, que no halla un niño sin gominolas ni un lobby sin representación.
No voy a decir que es lo que hay, que lo único que les interesa a todos y cada uno de éstos son las cuotas de poder y el control de un partido descompuesto, y que les trae sin cuidado lo demás. Tampoco me voy a cebar en el imperdonable delito de olvidarse de Empleo y Educación, y mucho menos voy a entretenerme en comentar lo de Leire Pajín, ejemplo a estudiar de cómo, no valiendo ni para taco de escopeta, siempre se está en la cima, bien de un ocho mil o bien de un montículo de arena, que lo mismo le da a la interfecta con tal de plantar su bandera. Optaré por un prudente silencio y asistiré al lamentable espectáculo de un PSPV ingobernable e inoperativo que se va a autodestruir en cinco, cuatro, tres, dos, uno…