Killers
Víctor Alvarado
El género de acción es uno de los puntos estratégicos que caracteriza al periodo cinematográfico veraniego. Concretamente, Killers (2010) es una aceptable comedia de un espía muy enamorado.
Robert Luketic, autor de la magnífica Una rubia muy legal (2001) o la patética La cruda realidad (2009), dirige una divertida cinta con dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas recuerda, en cierta medida, al cine clásico de los años cuarenta o cincuenta y si hubiese mantenido el tipo de esa primera parte estaríamos hablando de una notable película, pues las situaciones de humor están muy bien hiladas, explicándonos los tópicos o no tan tópicos sobre las relaciones de pareja. El fondo argumental proporciona elementos de juicio que puedan ayudar a reflexionar sobre las renuncias generosas, en tono positivo, que supone el compromiso matrimonial.
En cambio, en la segunda parte, al realizador se le va de las manos con una serie de escenas de violencia interminable que rompen el tono inicial. El guión se disparata de tal manera que resulta poco convincente, perdiendo la magia de los primeros 50 minutos.
Cambiando de tema, el largometraje guarda ciertos paralelismos con Los padres de ella (2000) y, por supuesto, con la cercana estela dejada por Noche y día (2010), obsequiándonos con claros guiños al cine de espionaje y ofreciéndonos un excelente “publireportaje” de la ciudad de Niza.
El argumento cuenta la vida de Spencer, un espía que se dedica hacer el trabajo sucio de los servicios secretos norteamericanos, que dejará su macabro empleo al encontrarse con la encantadora Jen Kornfeldt. Unos años más tarde, Spencer descubre que alguien lleva siguiéndoles desde hace un tiempo con no buenas intenciones
Por otra parte, Asthon Kutcher es el productor de Killers. Por tanto, todo gira entorno a facilitar el lucimiento del actor que, curiosamente, escribió un guión previo, perfeccionado por un equipo de guionistas. Kutcher nos ofrece un papel de un personaje equilibrado y maduro muy diferente al que le hizo saltar a la fama en la excelente serie, aunque muy “mayo sesentaiochista”, Aquellos maravillosos años 70.
Catherine Heigl interpreta brillantemente a un inocente personaje, mientras que el broche de oro corre a cargo de Tom Selleck, que Kutcher quiso incluir en su producción.