Lo imposible
Victor Alvarado
Si hay un género que puede permitirse económicamente y que gusta a la meca del cine es, sin duda, el de las catástrofes. Lo imposible (2012) se une a ese grupo de grandes producciones que fascinan a los más jóvenes, aunque las de los años setenta pusieron las bases y tenían un sabor especial como El coloso en llamas (1974) con Steve McQueen y Paul Newman o Terremoto (1974) con Charlton Heston y Ava Gardner, a pesar de que los medios eran inferiores a los actuales. Juan Antonio Bayona aprovecha lo mejor de esa época con lo más interesante de los últimos lustros.
La historia está basada en hechos reales, contando los sucesos ocurridos a una familia española en 2004 a causa del Tsunami (La escena de la gran ola fue rodada en los estudios de la Ciudad de la Luz en Alicante), que asoló las costas tailandesas.
El realizador, recordado por la célebre El orfanato (2007), donde no sólo nos hizo pasar miedo sino que trató de dar una explicación agnóstica y otra trascendente sobre la muerte de un ser querido, aunque parece extraño que en Lo imposible (2012) ninguno de los personajes se pregunte por el sentido de la vida, un detalle que también ha constatado algún que otro crítico de prestigio. De todas formas, la película es un elogio a los lazos familiares y demuestra que el amor lo puede todo. En nuestra modesta opinión estamos ante un milagro llevado a la gran pantalla.
Lo imposible (2012) es un largometraje tremendamente visual y los diálogos escasos, con un doble objetivo: en primer lugar pretende entretener a base de efectos especiales, para en un segundo momento tocar la fibra sensible del espectador mostrando como el ser humano se crece ante la adversidad y como la persona que mantiene la esperanza tiene más posibilidades de sobrevivir. En relación con este tema, el director expresó lo siguiente a Fotogramas: “El final de la cinta no es una glorificación de la supervivencia, todo lo contrario. Una de las cosas que más me interesaba era ver la supervivencia no como una victoria, sino también como un tremendo castigo. Se utiliza el desastre natural como contexto, pero para hablar del momento en que la devastación llega a tu vida”. Por otra parte, el fallo de esta producción es que el autor se ha empeñado en hacerla demasiado lacrimógena cuando el relato tiene la fuerza suficiente como para que no sea necesario el uso de trucos cinematográficos.
Finalmente, las interpretaciones son realmente buenas. El personaje de Naomi Watts representa a una persona que no pierde la humanidad a pesar de que su vida está destruida. Resulta interesante el papel del joven actor, Tom Holland, pues interpreta a un niño que tiene el don de ponerse al servicio de los demás. Como dato curioso, Ewan McGregor por segunda vez en su carrera interpreta a un cabeza de familia y lo ve como algo grande, porque es padre de cuatro niños, y de sus declaraciones se deduce su alto concepto de la familia.