Los Habsburgo reciben el Premio Embajador Velo de Antelo
El Archiduque Georg de Habsburgo recibió el premio Embajador josé María Velo de Antelo que otorga la Academia de la Diplomacia "por su incansable labor realizada en favor del paneuropeismo, cumpliendo con el legado espiritual de su abuelo el Beato Carlos I Emperador de Austria y Rey de Hungría y Bohemia y de su padre el Archiduque Otto de Habsrbugo-Lorena. El acto fue presidido por el embajador Eduardo de Laiglesia, presidente de la Junta de Embajadores y del patronato del premio; Santiago Velo de Antelo, presidente ejecutivo; Rafael Orbe, presidente del Real Casino de Madrid, el embajador Arturo Pérez, consejero de la Academia y Amadeo-Martín Rey y Cabieses, que desgloso el premio embajador José María Velo de Antelo otorgado al Archiduque Georg de Habsburgo.
Acudieron casi un centenar de embajadores entre los 150 invitados para mantener las medidas de pandemia vigentes, entre ellos el decano del Cuerpo Diplomático Monseñor Nuncio Apostólico y el vicedecano el embajador de Rusia Yuri Korchagyn.
En representación del Archiduque Georg de Habsburgo, actual embajador de Hungría en París y que no pudo acudir por un compromiso ineludible asistió su hija la Archiduquesa Sofía de Habsburgo. Pronuncuó un discurso importante en el que destaco lo siguiente:
Finalizada la guerra, mi abuelo se puso al servicio de la construcción de una Europa renovada entorno a los valores fundamentados en el cristianismo como principal elemento vertebrador moral y cultural de nuestro continente.
Pero a diferencia de otros ilustres contemporáneos con los que trabajó estrechamente como Shuman, Monet o Adenauer, que consideraban perdidos para siempre a los países que quedaron al otro lado del Telón de Acero, el Archiduque Otto no se resignó, puesto que la Unión Europea en la que creía no estaría completa sin ellos.
El comunismo podía y debía ser derrotado y para él tan europea era Budapest como París o Varsovia como Lisboa.
Para lograr su propósito emprendió por una parte una intensa acción política desde la Unión Paneuropea, por otra una incansable campaña pedagógica a través de sus conferencias y artículos publicados en los más influyentes medios internacionales de comunicación y finalmente como uno de los más relevantes y respetados miembros del Parlamento Europeo durante más de veinte años.
En la década de los ochenta, mi abuelo Otto era, junto con el Papa Juan Pablo II, una de las personas mejor informadas sobre lo que ocurría realmente en las naciones sometidas por la Unión Soviética y su posición como miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo le permitió viajar al Este del Telón de Acero y establecer una red de contactos con intelectuales y políticos reformistas.
En la primavera de 1989, consciente de la debilidad de muchos gobiernos títeres de Moscú y de las crecientes ansias de libertad de una población oprimida por el comunismo, mi abuelo se reunió en Hungría con miembros del gobierno y de la Unión Paneuropea húngara.
De estas reuniones surgió una idea verdaderamente audaz: la celebración en agosto de ese año, de un picnic organizado por las juventudes paneuropeas en la frontera entre Hungría y Austria durante el cual se cortaría la valla metálica que encerraba a media Europa desde hacía décadas y que ya no se volvería a cerrar.
La Academia de la Diplomacia igualmente ha celebrado el 25 aniversario del inicio de actividades, con un solemne acto celebrado en el Saló Real del Real Casino de Madrid.
Diferentes ministros de Asuntos Exteriores entraron por pantalla y al finalizar el evento se entregaron sus diplomas a los nuevos académicos que se han incorporado a la institución como el embajador de España Servando de la Torre y Fernández del Pozo, las embajadoras de Moldavia, Violeta Argiici, y de Bosnia y Herzegovina, Danka Savic, y el Teniente General Rubén García Servert. Durante la celebración se interpretaron los himnos de España y de la Academia y finalizó con la oración "La muerte no es el final". Igualmente ingresaron en la Academia los cónsules honorarios Rafael Pérez Peña, decano del Cuerpo Consular de Málaga; Jorge Antas de Barros, cónsul de Lituania en Portugal y el vicerrector de la universidad Camilo José Cela Francisco López Muñoz.