Luís de Haro Serrano. Igual que los polvorones llegan en Navidad, de la misma forma, una vez más, lo hace en la Zarzuela la obra “Los sobrinos del Capitán Grant”, realizada en cuatro actos con letra del zamorano Miguel Ramos Carrión y partitura del compositor murciano Manuel Fernández Caballero, estrenada el 25 de agosto de 1877 en el Teatro del Príncipe Alfonso de Madrid. El público la acogió con gran alborozo y pudo disfrutarla durante 80 representaciones seguidas.
El escritor francés Jules Verne publicó la obra original diez años antes y el libretista Ramos Carrión la adaptó para esta zarzuela en forma de viaje alrededor del mundo, respetando la idea básica de la misma, pero con claras alusiones a las costumbres españolas en sus ambientes castizos o exóticos. El cambio más significativo que hizo fue la transformación del escenario de Verne situado en una plaza de Glasgow por el de un animado patio de vecinos madrileño y la aparición del mensaje del capitán, que en lugar de hacerlo dentro de un fiero tiburón se encuentra en el interior de un inofensivo besugo adquirido en una pescadería por Mochila. El resto del texto está perfectamente adaptado a la escena española sin variar su espíritu original. Se hispaniza su contenido que no es nada más que una emocionante sucesión de historias de aventuras llena de graciosos gags.
Para el lujoso estreno de 1877 los pintores escenográficos realizaron 22 decorados y se confeccionaron cerca de 300 trajes.
Musicalmente “Los sobrinos” interesan por esa deliciosa mezcla de composiciones en las que el maestro Caballero utiliza diversos estilos, como formas italianizantes, romanzas de carácter culto y popular, ritmos folklóricos de origen americano mezclados con marchas de carácter militar con su correspondiente aire marcial, pasajes alusivos al jazz maorí y sentidos valses como el del “fondo del mar”. Todo un conjunto de melodías creadas para adornar adecuadamente esta historia, que hacen de ella una gran zarzuela realizada con una magnífica orquestación.
El protagonista es el subteniente jubilado Mochila que encuentra dentro de un besugo un mensaje del Capitán Grant y decide ir en busca de él y de su tesoro. Mochila y su grupo de amigos se hacen pasar por sobrinos del marinero naufragado para rescatarlo y poder cobrar la recompensa que por ello se ofrece además de apoderarse del hipotético tesoro del Capitán.
Tras el tradicional preludio se inicia un simpático coro de vecinos al que siguen las intervenciones del protagonista “Soy un hombre que está desesperado”, el relato de su hallazgo y la idea de ir en busca del capitán para, poco después, oír la deliciosa “barcarola” con los marineros ya enrolados en el barco “Escocia” camino del rescate con el que termina el primer acto.
El equipo artístico
Después de la lujosa presentación de 1877 los críticos musicales calificaron esta zarzuela como “un cosmorama, cantable y bailable”. No lo pudieron hacer mejor y con menos palabras para definir este teatro con música.
Varios son los aspectos que conviene destacar de su presentación: La excelente labor musical de Miguel Rora al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del teatro, a pesar de que en algunos pasajes dejara que la parte vocal se impusiera a la instrumental. Antonio Fauró realizó un buen trabajo con el coro titular del Teatro, del que conviene resaltar la cuerda de tenores por la fuerza y brillantez de sus voces.
El mayor éxito es justo atribuírselo a Paco Mir por la dirección de escena y a Jon Barranco por su sugerente escenografía. Así como al nada fácil diseño del vestuario preparado por Anna Güel y la coreografía de Mudit Grau, especialment brillante en la danza de la zamacueca chilena, el coro de las fumadoras, el vals del fondo del mar, el pasodoble de los gauchos y el Coro de antropófagos.
Lo más destacable del trabajo de Paco Mir fue el gran espectáculo teatral que ofreció con el estupendo movimiento de escena y la utilización del patio de butacas para el repetido paso de los diversos intérpretes. Idea que sirvió para engrandecer las cortas dimensiones del escenario. Todo ello dentro de la difícil concepción que para la obra diseñó el libretista. Este contínuo movimiento aumentó en el espectador el impacto escénico que la zarzuela necesita.
Los seis intérpretes protagonistas trabajaron con bastante coherencia tanto en la parte musical como en la escenográfica. Todos sin excepción: Millán Salcedo como Mochila, Milagros Martin como Soledad -delicioso su humorístico dúo con Aurora Frías (Miss Ketty), Xabi Mira como Escolástico, Richard Collins como Sir Clyron y Fernando Conde como Doctor Mirabel. Así como los repetidores de personajes, Pepin Tre, Xavier Rivera y Abel García. La intervención del barítono Antonio Torres como Jaime –capitán de los bandidos- a pesar de la elegancia de su voz resultó deslucida por la poca fuerza que posee.