Luz de Soledad, de Pablo Moreno
Víctor Alvarado
Las Siervas de María, Ministras de los Enfermos, sentaron las bases de las Escuelas de Enfermería porque fueron las primeras que realizaron esta especialidad en España en torno a 1915. Sin embargo, este hecho no se hubiera producido sin la iniciativa del Padre Miguel Martínez y Sor Soledad Torres Acosta que la fundaron. Esta producción es un biopic que cuenta la vida de esta luchadora mujer.
Olga es una abogada de prestigio, que está agobiada, puesto que no le queda más remedio que recurrir a una monja para que cuide de su problemático padre que, a regañadientes acepta y escucha la historia principal de esta película, Luz de Soledad.
Pablo Moreno es el autor de un Dios prohibido y Poveda, que incluye un guiño a la citada en segundo lugar en esta producción. Este cineasta ha ganado dos premios Mirabile Dictu de Roma, considerados como los Óscar del cine católico. La película tiene dos partes bien diferenciadas, una más simpática y dinámica y otra más irregular, marcada por un par de secuencias impactantes realmente logradas y bien planteadas. El mérito de este joven cineasta de 32 años es que, con muy pocos medios, saca el máximo producto posible sin que el relato pierda fuerza.
Este realizador ha contado con un reparto especializado en el mundo de las series de televisión entre los que destacan Elena Furiase y su madre Lolita junto a valores seguros como Raúl Escudero, Carlos Cañas o Laura Contreras. Ésta última da vida a esta comprometida mujer, trasmitiendo la sobriedad y el entusiasmo de una persona enamorada del pasaje del Evangelio de San Mateo (25, 36): “Estuve enfermo y me visitasteis… Lo que hicisteis a uno de mis hermanos, me lo hicisteis”. La clave del legado de esta religiosa se resume en que ella entiende su misión en la encarnación de la civilización del amor, superando el mal a fuerza de hacer bien a todos, llevando a la sonrisa en los labios y la humildad en el corazón.
Por último, este largometraje es una prueba de cómo Dios cambia el corazón de las personas cuando un personaje secundario, angustiado y muy dolorido por su enfermedad, comprende qué es lo que mueve a estas entregadas religiosas, al reconocer que le había tratado como basura y Sor Inés, su enfermera a domicilio, le había cuidado como si fuera su Dios.