Más de 230 intérpretes dan vida a “Rienzi” en el Teatro Real
Luis de Haro Serrano
Setenta años después de su estreno, vuelve esta grandiosa obra de Wagner al Teatro Real en tres sesiones presentadas en versión de concierto. Con este título finaliza el corto ciclo de óperas realizadas en esta modalidad, en el que se han podido escuchar también “La finta giardiniera” de Mozart y “Don Quichote”, de Jules Massenet.
Rienzi, que pasó por diversas fases de elaboración hasta que su autor dio por finalizados sus cinco actos, fue escrita a lo largo de varios años en tres ciudades diferentes. Los dos primeros en 1839 en Riga y los tres últimos en las ciudades de Boulogne-sur -.mer y París. Su estreno tuvo lugar en Dresde el 20 de octubre de 1942. Wagner había concluido ya “El buque fantasma” y estaba ocupado en la preparación de Tanhäuser.
La larga duración inicial –seis horas-, le llevó poco después a retocarla para reducir su tiempo y prepararla para que se pudiera presentar en dos jornadas diferentes. Las partituras iniciales se perdieron durante el bombardeo de Dresde de 1945 y el manuscrito original, al habérselo regalado a Hitler, desapareció igualmente en el Fuhrerbunker, tras el bombardeo de Berlín. Solo se conservaron los manuscritos correspondientes a los esbozos de los números corales iniciales y dos partituras completas copiadas en Dresde el año 1840.
Junto a la estructura de los cinco actos, Wagner empleó la forma interna derivada de las ideas del compositor y director de orquesta italiano Luigi P. Spontini, de tal modo que en su línea argumental se interponen la trama individual de Rienzi dentro de la histórica, diseñando para ello unos finales de actos grandiosos y de gran complejidad, de forma que el conjunto lo concibe como un auténtico melodrama dotado de unos finales catastrófisticos pero brillantes, propios de la gran ópera. A pesar de ello, este título es el menos wagneriano de su autor.
Musicalmente las partes iniciales –actos 1, 2 y 3 - tienen una estructura muy diferente. El tercer acto es el que mejor responde al carácter dramático general de la obra. La 2ª parte, que comienza con el acto IV se desliza en un tono de sol menor, donde, tras el contraste de las escenas de masas, aparece la manifiesta soledad del protagonista. Con Rienzi, Wagner demuestra su extraordinario conocimiento del sonido, su capacidad lírica y fuerte sensibilidad para las canciones de grupo, especialmente si tienen un aire o carácter de marcha.
La partitura alcanzó gran éxito en su presentación. A pesar de ello Wagner no quedó contento con su resultado por lo que decidió realizar diversos cambios para poner un especial acento en las escenas de grupo; la elevación del tribuno por el pueblo, la fiesta de la paz, la escena de la batalla, el juramento, la promesa de la venganza y el desfile militar. La idea de Wagner era crear algo grande, pero realizado con una gran delicadeza orquestal.
Rienzi representa la lucha por el poder entre familias rivales dentro del contexto de la Roma del siglo XIV. Se refiere a los actos ocurridos entre el 20 de mayo y el 15 de de diciembre de 1347, fechas en las que el joven revolucionario italiano Cola di Rienzi, tras encabezar una rebelión popular, funda una República al estilo romano. A los siete meses tuvo que huir. Al volver de nuevo a Roma fue asesinado. El analista Nicolás Hytner considera que la figura de Rienzi, como héroe, encaja muy bien dentro del concepto del totalitarismo del siglo XIX y a la idea que más tarde representaría a la “joven Alemania”.
La versatilidad y amplia experiencia musical en el repertorio operístico del maestro Pablo Pérez han redondeado el éxito de esta presentación de Rienzi en versión de concerto al que ha contribuido la espléndida intervención de la Orquesta y el Coro titulares del Teatro junto con el Philarmonía Chor de Viena, que actuaron en un perfecto ensamblaje artístico. Brillantísimos en los granes finales de acto lograron que esta difícil y dura partitura, tan llena de matices, salga con el lucimiento que la obra merece, por su delicadeza sonora y grandiosidad llena de tensión anímica.
El tenor Andreas Schager dió vida a un Rienzi desdibujado en sus comienzos pero firme y expresivo en los grandes momentos; el terceto concertante del primer acto vivido con los personajes de Irene y Adriano “Adriano,du Wie,ein Colonna” y la plegaria del inicio del quinto acto, su momento más lírico que vivió con gran belleza esa suma expresión de soledad, “Almacht ger Vater, blick Herat”. Muy atractiva y sugerente la voz de Stephen Milling – Stéphano Colonna- y muy delicada y romántica la mezzo Claudia Manke –Adriano- a los que se unió Ana Kampe –Irene- con la misma calidad, más firme y atractiva en los agudos. Lo demás protagonistas Friedemann Röhling – el cardenal-, Marta Matheu – el mensajero de la pa-, José Alberto García y Luis Fernándo Tangaride cumplieron en su medida con unos papeles de menos exigencia vocal.
Una versión bien recibida por el público que deseó asistir. El que pudiendo no lo hizo se lo perdió.
La presentación de este atractivo y poco frecuente título se ha visto ensombrecida por la noticia del fallecimiento del gran barítono berlinés D. Fischer Dieskau, auténtico patriarca del lieder, siempre elegante y preciso en su forma de abordar la canción, especialmente las piezas orquestales de Mahler y una de las voces más grabadas de la historia de la lírica.