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Diario YA


 

Una visión del drama familiar

Madres e hijas

Víctor Alvarado

Rodrigo García [Cosas que diría con sólo mirarla (20009)], hijo de Gabriel García Márquez, un escritor que siempre ha apoyado la dictadura castrista, ha escrito y dirigido una cinta con valores opuestos, en cierta medida, a los de su padre, defendiendo el derecho a la vida por encima de todo.

La cinta tiene el sello personal de González de Iñarritu, pues produce una película de esas historias, que se entrecruzan, que tanto gustan al productor y director mejicano.

En general, Rodrigo García intenta hacernos pensar sobre las consecuencias positivas o negativas de entregar a un niño en adopción a juicio del autor, aunque parece poner en duda que sea la mejor decisión. Annette Bening interpreta a una mujer que se siente insatisfecha por haber entregado a su hija en adopción. Un dato que ha supuesto que en una crítica en hispanidad.com se plantease que la película hubiese sido redonda, si se hubiese atrevido a tratar el tema del síndrome post aborto. Un argumento con el que coincidimos plenamente.

Entre las virtudes de este film se encuentra la inocencia de los personajes más jóvenes como la niña ciega que reflexiona sobre la vida, destacando que en la mujer embarazada hay una persona dentro de otra persona. Otra jovencita habla de su experiencia de fe que trata de transmitir a sus familiares y, a la vez, refleja la cultura cristiana propia de la comunidad hispanoamericana de los Estados Unidos.

Otro punto luminoso de Madres e hijas (2009) es la actitud  respetuosa del cineasta con respecto a las creencias religiosas y a las instituciones del  Iglesia católica.

El problema es que Rodrigo García presenta este relato desde una óptica femenina en la que  los hombres pintan poco en las decisiones importantes a pesar de que dos de los tres personajes masculinos intentan tomar decisiones maduras para tratar de solucionar los inconvenientes que pueden surgir a lo largo de la historia.

Por otra parte, el director, en el tratamiento de las escenas de cama,  parece alabar, en un principio, al hedonismo puro y duro. Sin embargo, muestra una actitud crítica frente a ese comportamiento porque se deja claro que no proporciona la felicidad y destruye a los que se encuentran a su alrededor. No obstante, destaca positivamente la decisión final del personaje interpretado por Naomi Watts a pesar de su absoluta independencia.

Como conclusión, podrás estar más o menos de acuerdo con alguno de los planteamientos ideológicos del realizador, pero queda claro que busca proteger al no nacido, dándole la oportunidad de forjarse su propio futuro