Fernando Ballesteros. 3 de Septiembre.
Españoles: la liga ha comenzado. Y el Atleti es líder. De acuerdo, en un mundo justo, el campeonato terminaría hoy mismo. Pero no, resulta que hay que jugar 37 jornadas más. Yo, por lo pronto, comienzo donde lo dejé la semana pasada y como terminé con un rotundo ¡Forza Atleti! hoy retomo felicitando a los colchoneros por la clasificación europea y por este dulce debut liguero ante un flojísimo Málaga.
Y puesto que la liga no termina hoy: ¿es necesario que diga que lo del fin de semana no significa apenas nada? Pues eso, que los atléticos lo disfruten, que bastante han sufrido en los últimos tiempos por culpa de unos cuantos y que les (nos) quiten lo bailao, pero que lo duro está por venir. Y si dudan, echen un ojo al calendario del mes de octubre. Miedito.
Y el Numancia, que volvía a primera y el Dépor, también ganaron y los gallegos jugando bien al fútbol, con esa intensidad y ese ritmo que le gusta imprimir a sus equipos al siempre risueño Lotina. Claro que sus triunfos quedaron eclipsados. Sorianos y coruñeses cometieron el pecado de ganar en la misma jornada y en el espacio de dos horas a los dos trasatlánticos de nuestro fútbol por lo que la noticia, claro, fue otra, algo así como "Madrid y Barcelona caen en su debut liguero".
De sus verdugos, de los méritos de éstos y esos detalles accesorios, ni "mu". En estos casos, ya saben, se mira todo con el color del cristal del poderoso. Se buscan sus fallos a los que se intenta encontrar remedio con desesperación, se critica, se rastrea a la caza del culpable y se sentencia: "El Madrid se ahogó" o "El Barcelona se atasca en Soria", pero ellos solitos, que enfrente no había nadie haciendo que unos dejaran de respirar y otros no encontraran los caminos. En fin, así es el fútbol. No, ¿qué digo yo?, así es la vida.
Al Valencia el comienzo liguero le sirvió para olvidar el fiasco de la Supercopa y tomar conciencia de lo importante que es contar con Silva y Villa por allí arriba. Vaya pelotero el canario, por cierto. Al Almería para comprobar que sin Emery pero con Arconada, la vida sigue igual de bien y al Sporting para confirmar que con el mismo bloque del ascenso, la temporada de la vuelta a primera va a ser muy, muy complicada. Y podríamos seguir con el resto de equipos, pero ¿qué más da todo esto cuando hemos asistido a un arranque liguero en el que Madrid y Barcelona han mordido el polvo?
No ocurría desde la temporada 39-40, dicen en la radio. Han tenido que pasar 69 años, leo en el periódico. Un drama, háganse cargo.
Y con la liga andando, se cierra el mercado y con él una buena fuente de entretenimiento. La traca final, esta vez, tenía nombre propio: Robinho. Al final, el brasileño que llegó al Madrid declarándose en rebeldía en el Santos, se marcha de aquí de la misma forma. Y lo curioso es que, ahora, muchos muestran su extrañeza por las maneras del jugador en su huída al hermano, hasta ahora pobre, de Manchester.
Se marcha y no deja la huella que se esperaba de él. Deja 42 kilos en caja y además regates, bicicletas, unos cuantos goles y buenos meses de fútbol la pasada temporada hasta que cayó lesionado. Bueno, eso y una sensación de que con él algo grande estaba siempre por venir pero nunca llegaba. A lo mejor, en Manchester tienen más suerte y lo ven. Lo dudo.
Y menos mal que se acaba el verano. Por lo menos eso es lo que debe pensar Ramón Calderón porque la cosa de los fichajes le ha salido rana. Tras lo de CR7, Cazorla, Villa, lo de Robinho y, para rizar el rizo, un postrero y desesperado intento por "el guaje": agua. Y Schuster, mientras, fumando en pipa. El alemán pedía refuerzos para afrontar con garantías una temporada larga y dura -si, larga y dura, sin bromitas- y le han dado una plantilla que, libra por libra, se queda algo por debajo de la del año pasado. Tiene motivos para estar enfadado.
Y Calderón los tiene para ser un poco más cauto a la hora de gestionar estos delicados asuntos del mercadeo. Que luego pasa lo que pasa y hay que salir a dar explicaciones haciendo de tripas corazón, teniendo que vender la moto al aficionado madridista y con la media verdad o la mentira entera por bandera. Vaya papelón, Don Ramón.