Un intento de internacionalizar y legalizar el absurdo desafío catalán
Miguel Massanet Bosch. Los efectos de la política rastrera practicada por nuestro Ejecutivo, consistente en ir consintiendo los sucesivos pasos hacia el secesionismo perpetrados por la Generalitat catalana, su pasividad y la humillación de, ante el intento de Catalunya de prescindir de España, intentar ofrecer especiales condiciones de financiación y promesas de nuevas subvenciones, enviando a la ministra de Fomento a hacer el paripé con los políticos catalanes, anunciando nuevas inversiones en infraestructuras, así como el evidente temor del gobierno de Madrid a afrontar, con la Ley en la mano y las razones de la Constitución, las espurias pretensiones de todos aquellos que quieren reírse de los españoles poniendo a prueba el Estado de Derecho; no han hecho más que reforzar al separatismo de autonomías como el País Vasco, Catalunya y las propias Baleares Y es que, para poner coto a tanto desafío, insensatez, chulería y desvergüenza esgrimidos por los separatistas –que cada día que pasa van avanzando en sus marrullerías y torticerías en un intento de conseguir objetivos que parece que se han convertido en sus más inmediatos planes: el buscar un resquicio a nuestra Constitución por el que colar su plan soberanista y el conseguir, por los medios que fueren, poder explicar al confuso pueblo catalán que, el alcanzar la independencia, no significa el renuncia a pertenecer a la CE – se debía haber actuado con más eficacia, contrarrestando la propaganda de la Generalitat, destruyendo, mediante una clara, completa y eficaz información a los ciudadanos, la serie de mentiras y engaños que, con toda indemnidad, se han dedicado a propalar aquellos que pretenden desacreditar a España y su gobierno., haciendo creer a los catalanes que “Catalunya puede subsistir sin España”, que “España viene robando a los catalanes” y que “Catalunya viene recibiendo menos compensaciones de lo que ella aporta al Estado”, tres temas que, hoy en día, se puede afirmar que están grabados en las mentes de la mayoría de catalanes y que, incomprensiblemente no han sido nunca desmentidos por el Gobierno.
No sabemos si, por una posible concomitancia con el gobierno del señor Rajoy; si por haberse ganado para la causa a algunas ilustres personalidades del bando españolista o por intentar conseguir, a base de comprar a personalidades extranjeras para que colaboren, con su asistencia, a internacionalizar el conflicto catalán; con la pretensión de conseguir que este caso se considere como un hecho a parte, que pudiera soslayar la tajante legislación comunitaria respecto a aquellos países que pretendieran desgajarse de una de las naciones integradas en la UE; a los que se les prohíbe, expresamente, que puedan continuar perteneciendo a la comunidad europea. En este sentido, el Parlament catalán aprobó, recientemente, el que, 15 personalidades de varios países y procedencias, colaboren en este montaje, asesorando a la llamada “comisión soberanista” encargada del estudio de la consulta sobre “el derecho a decidir”. Como es sabido y, en ello, deberemos reconocer que, los nacionalistas llevan ventaja al señor Rajoy y su gobierno, el actuar mediante la táctica de hechos consumados tiene unas ventajas sobre quienes son partidarios de seguir al pie de la letra los largos procedimientos jurídicos para oponerse a un acto que se supone ilícito. El caso de Gibraltar forma parte de esta teoría expeditiva de actuar y luego pedir permiso.
Lo cierto es que, ante el inmovilismo gubernamental y siguiendo la táctica de ETA, cuando creó una comisión de diversos personajes relacionados con la izquierda separatista de otras naciones, con el pretexto de negociar con el Estado español; el Gobern catalán pretende que, el problema catalán, se proyecte fuera de las fronteras de España en un intento de quitarle protagonismo al Gobierno español y conseguir internacionalizar la cuestión, vendiendo su victimismo y presentándose como la Cenicienta de la nación española, a la que se le viene negando el pan y la sal, impidiéndoles desarrollarse según a ellos les apetece. Y es que, a Mas y sus compinches, no les basta que ni en Europa ni en los EE.UU se les haya dedicado más que una mínima atención, simplemente de cortesía, para darse cuenta de que tienen perdida la partida en cuanto a poder vender a los ciudadanos de Catalunya que van a seguir siendo europeos cuando, hipotéticamente, se separaran del España.
Una serie de exdiputados y otros personajes fuera de circulación que, sin duda, han sido atraídos por las suculentas retribuciones que se les han ofrecido, parece que, junto a una colección de catedráticos y profesores universitarios, a los que, posiblemente, se les añadan algunos otros que, todavía, no se han decidido a integrar semejante elenco de traidores a la patria; son los que han sido reclutados para asesorar a quienes no dudan en conspirar, sin avergonzarse de ello ni ser molestados en sus actividades, contra la unidad de la nación española. Sin embargo, hay algún nombre que, por su trayectoria política, por su especial participación en la redacción de la Constitución española de 1978 y por su pertenencia al Parlamento español, resulta todavía más sorprendente que se haya prestado a contribuir a semejante locura.
El señor Roca Junyent, padre de la Constitución, que durante años fue diputado en el Parlamento español, abogado exitoso al que se le consideraba un nacionalista moderado, ajeno a extremismos políticos y partidario de una convivencia pacífica con el resto de españoles; parece ser que ha mordido el cebo del señor Mas y del verdadero artífice del ensañamiento nacionalista que se ha manifestado durante estos últimos meses, el señor Juncadella, le han ofrecido. Él, mejor que nadie, debe ser consciente de las dificultades de poder pasar por alto los artículos 155 y 8 de la Constitución española y él conoce mejor que nadie la imposibilidad de que, Catalunya, pudiera seguir en Europa sin que existiera unanimidad en la CE para que así fuera.
Lo mismo puedo decir del señor José Pedro Pérez Llorca, otro de los 7 padres de la Constitución, que formo parte de la UCD de Suárez, un señor que parece dudar entre si acepta o no el ofrecimiento de participar como asesor en el indicado comité de asesores. No nos podemos explicar como, una personalidad de tanto prestigio, dude, ni tan sólo por un instante, en rechazar de plano un ofrecimiento que implica la deslealtad al gobierno de la nación y el situarse en contra de aquella misma Carta Magna, que el mismo ayudó a confeccionar. Dos ejemplos de cómo las ansias de notoriedad, el olor de la carnaza del poder y, porqué no decirlo, el peso de los años y su influencia en las neuronas cerebrales, pueden hacer desvariar a dos personajes a los que tanto respeto se les tenía.
Todos esperamos que el señor Rajoy se guarde un as en la manga; que tenga previsto un golpe de efecto para el caso de que, este disparate separatista, alcance su culmen y que llegue el momento en que deba afrontarlo. Un sistema de actuación eficaz y resolutivo capaz de devolver las aguas separatistas a su cauce porque, en el caso contrario, si de lo que se trata es que teme enfrentarse abiertamente al problema o pretende solucionarlo cediendo soberanía, arrugándose o pactando condiciones humillantes para el resto de los españoles, los que lo hemos votado vamos a ser los primeros en cavarle su tumba política y tacharlo de traidor a la patria. Y es que con España no se juega. O así lo ve un simple ciudadano de a pie que teme por su país.