Ante este panorama, surge la inevitable pregunta: ¿hemos aprendido algo de todo esto? Tal vez sí, pero otra cuestión muy distinta es si hemos logrado llevar ese aprendizaje a la práctica. En la actualidad, tenemos identificadas diversas amenazas infecciosas que podrían derivar en una nueva pandemia en cualquier momento. De todas ellas, la más preocupante es la gripe aviar H5N1 y la posibilidad de que una mutación del virus facilite la transmisión entre humanos.
Los ciudadanos pueden preguntarse si estamos realmente preparados para una nueva crisis sanitaria y qué medidas deberían implementarse para evitar un número tan elevado de muertes como en el caso de la Covid. El temor a que, ante una nueva emergencia, la principal medida vuelva a ser el confinamiento estricto –el “martillo”– nos sobrevuela de nuevo. Es una medida barata, fácil de aplicar y que, además, tiene el efecto añadido de la represión, lo cual la hace más eficaz. Es fundamental que nuestros dirigentes expliquen con claridad en qué consiste la estrategia de preparación y respuesta ante futuras pandemias, más allá del recurso a restricciones extremas.
Los adultos se resfrían una media de dos a cuatro veces al año, sobre todo entre septiembre y mayo, y el pico de la actividad de la gripe es entre diciembre y febrero según relata la American Lung Association. En medio de la salud pública abarrotada y la constante creciente de casos sobre enfermedades respiratorias, Lanier Pharma recomienda medidas de prevención efectivas que evitan la propagación del COVID, el resfriado o la gripe. Fatiga, dolor de cabeza, congestión nasal, estornudos u otros síntomas son los más típicos de esta temporada. Cuando los padecemos a todos nos cuesta distinguir si se trata de un resfriado común, una gripe o, algo más serio, el COVID. Con la salud pública abarrotada y la constante creciente de casos de enfermedades respiratorias, es importante diferenciar qué tenemos para saber cómo actuar.
A pesar de la persistencia del virus y sus riesgos, y de la recomendación de las autoridades sanitarias de vacunar anualmente a los mayores de 60 años, personas con enfermedades crónicas y embarazadas, sus convivientes y el personal sanitario, las tasas de vacunación frente la COVID-19 han disminuido de manera preocupante tras la primovacunación. Se sitúan lejos de los objetivos establecidos por el Ministerio de Sanidad para esta temporada 2024-2025, siguiendo las recomendaciones de la OMS y la Comisión Europea (CE): alcanzar coberturas del 75% en personas mayores y sanitarios, así como superar el 60% en embarazadas y en personas con condiciones de riesgo. Las mismas metas marcadas para la vacunación frente a la gripe.