Manuel Parra Celaya. La exhibición de ordinariez de Daniel Mateo ante las pantallas de televisión cuenta con numerosos precedentes de igual calaña, incluso anteriores al caso Rufianes, y casi todos se han saldado apelando a la libertad de expresión, que, como sabemos, tiene dos varas distintas de medición. Por deformación profesional, me ha llevado a recordar aquellos versos de Joaquín María Bartrina, tan conocidos: Oyendo hablar a un hombre, fácil es / acertar dónde vio la luz del sol; / si os alaba a Inglaterra, será inglés, / si os habla mal de Prusia, es un francés, / y, si habla mal de España, es español.