El Estado confesional
Max Silva Se supone que de acuerdo a la mentalidad dominante en muchos sectores, el Estado debiera ser neutral en cuanto a lo que considera correcto, no pudiendo imponer ninguna “visión del mundo” a sus ciudadanos y debiendo, por el contrario, otorgar el marco jurídico para permitir que cada cual “desarrolle libremente su personalidad”, como suele decirse, dado el politeísmo valórico que impera en nuestras sociedades. En consecuencia, optar por alguna de las concepciones de sus ciudadanos sería discriminatorio respecto de las restantes.
Una cultura por otra: La reciente elección del primer alcalde musulmán de Londres
Max Silva. La reciente elección del primer alcalde musulmán de Londres constituye tal vez el hecho más notorio que revela que grandes cambios se están produciendo en el Viejo Continente, fundamentalmente por la mutación que ha sufrido y seguirá sufriendo su población.
El despojo de la personalidad y derechos de los menores
Max Silva Abbott. No deja de ser sorprendente que mientras aumentan los catálogos de derechos de todo tipo, al mismo tiempo exista un segmento de la población que poco a poco va siendo despojado de los mismos: los menores. En efecto, aun cuando a primera vista pareciera lo contrario, la verdad es que hay indicios más que preocupantes que van en este sentido. Veamos.
Mientras sigamos siendo libres
Max Silva Abbott. A la par que la libertad de opinión y el derecho a la información son proclamados a diestra y siniestra, desde hace bastante tiempo se está produciendo un fenómeno inquietante y peligroso que se encuentra en las antípodas de tales derechos.
La tolerancia, cual aun siendo muy positivo, debe tomarse con cierta cautela
Max Silva Abbott. Ciertamente que uno de los valores que más se inculcan hoy en día es el de la tolerancia, lo cual aun siendo muy positivo, debe tomarse con cierta cautela, porque por mucho respeto que se tenga por las opiniones ajenas en el más variado orden de cosas, por razones mínimas de convivencia y paz social, hay conductas que sencillamente, no pueden tolerarse, como el terrorismo, la explotación en alguna de sus variadas formas, o la imposición de una verdad oficial por el Estad.
La clave está en el comienzo
Max Silva Abbott. Dentro de la verdadera avalancha de medidas que se están implementando a diario en Occidente en pos de los llamados “derechos sexuales y reproductivos” –de los cuales la píldora del día después es un simple peón–, una de las claves de los diversos argumentos que pretenden justificarlos es la privación del embrión de su calidad de persona. Si bien esta privación puede prolongarse por más o menos tiempo dependiendo de los intereses en juego, lo común en todos estos casos es considerar que la presencia de tal o cual característica física del no nato es vital –literalmente– para considerarlo titular del derecho a la vida: la implantación, la aparición del sistema nervioso, una forma humana, que sea viable, y varias otras exigencias que (sólo por ahora) llegan hasta su nacimiento.
Mientras sigamos siendo libres
Max Silva Abbott. A la par que la libertad de opinión y el derecho a la información son proclamados a diestra y siniestra, desde hace bastante tiempo se está produciendo un fenómeno inquietante y peligroso que se encuentra en las antípodas de tales derechos. En efecto, hay muchas cosas que debieran saberse y se ignoran, y en otros casos, se ha impuesto una ‘verdad oficial’ contra la que está prohibido oponerse, en atención a no ser ‘políticamente correcto’. Uganda ha sido el único país del mundo que ha podido bajar las cifras de contagio del sida, promoviendo la abstinencia, luego la pareja única, y el último lugar, el condón.
El despojo de la personalidad
Max Silva Abbott. No deja de ser sorprendente que mientras aumentan los catálogos de derechos de todo tipo, al mismo tiempo exista un segmento de la población que poco a poco va siendo despojado de los mismos: los menores. En efecto, aun cuando a primera vista pareciera lo contrario, la verdad es que hay indicios más que preocupantes que van en este sentido. Veamos.
La otra cara de la medalla
Max Silva Abbott. En una sociedad acostumbrada a resaltar los éxitos y los triunfos y adicta al aplauso, resulta casi contradictorio que en los últimos años se hayan multiplicado las revistas científicas que sólo publican aquellos experimentos en que se ha fracasado. Esto choca con la verdadera fiebre por la fama que se ha apoderado de diversos sectores del rubro, quienes incluso han llegado a falsear resultados para obtenerla, y luego de los vítores iniciales, han caído en un desprestigio mayúsculo al conocerse el fraude.