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Diario YA


 

Calculando los tiempos

¡Baldeo general en el Gobierno!

Miguel Massanet

El medir los tiempos es algo consustancial en cualquier gobernante que se precie. No hay duda de que Rodríguez Zapatero los ha sabido calcular al milímetro. lanzando la noticia de su remodelación de gobierno, precisamente en el mismo momento en que estaba siendo vapuleado en el Congreso de Diputados por toda la oposición, salvo las excepciones de los dos partidos minoritarios PNV y CC que, a diferencia de lo que se quiere dar a entender, de forma trapacera y sesgada, en el rotativo “La Vanguardia” de Barcelona, para disimular el aislamiento del Gobierno en el tema de los PGE; no significa que la oposición del PP a dichos presupuestos haya quedado “sin aliados” y no haya sido compartida por la mayoría de la cámara; sino que la aritmética de los votos, le ha permitido a la señora Salgado sacar delante unos presupuestos que, desde el primero al último de sus señorías, está convencido que no son más que papel mojado ante una situación que, cada vez, se muestra más complicada. Un futuro incierto que se empeñan en disimular quienes apoyan al señor ZP y su comparsa de ayudantes.

Como es habitual en ZP, siguiendo su táctica de amagar y esconder lo que se propone, se ha estado hartando de decir que no habría remodelación del gobierno y que sólo sustituiría a ministro de Trabajo para que, después, ejerciendo de mago Merlín, se haya sacado de la manga una remodelación con la que, de una bolichada, se ha cargado a medio Ejecutivo. Quizá ZP haya querido divertirse dando la sorpresa a propios y extraños (hay que ver las caras que se les han quedado a los ministros cesantes), con esta criba de manos a boca de aquellos que han sido, seguramente, los que más fielmente le han servido; especialmente, por lo que se pueda referir a la defenestrada señora De la Vega, quien, aparte de su incontinencia verbal y mal genio fue, sin duda, una de las personas que más veces salió a achicar las aguas de las inundaciones que amenazaban a su jefe de filas. En todo caso, no es momento de hablar de los que han entrado a formar el nuevo gobierno, sin duda de emergencia, que ha nombrado Zapatero para esta última etapa de su mandato. Tiempo habrá para juzgarlos según sus actos y es justo que, al menos a los que son nuevos en estas lides políticas, les demos un tiempo prudencial (no demasiado porque los problemas en España no están para muchas dilaciones). Sin embargo, aunque ya se sospechaba que ocurriría, la inclusión de esta “neófita” conocida como Leire Pajín, quien, a pesar de su juventud, tiene más conchas que un galápago; nos da la idea de lo que ha pretendido Zapatero con este nuevo equipo. Lealtad a su persona. Sin duda ha buscado crearse una guardia de corps de la que valerse para que le ayuden a ocultar y echar tierra sobre toda la trayectoria de errores, declaraciones y desmentidos; engaños, promesas e incumplimientos, en los que ha incurrido ZP, desde que asumió el poder, en el 2004,  hasta este momento, en el que se siente acorralado, con todas las encuestas en contra y sin un proyecto creíble al que agarrarse, debido a que está atrapado entre, la posibilidad de que España caiga en default ( algo que no se toleraría en la UE) o verse impelido a renunciar a sus proyectos de izquierdas, para seguir la senda que se le ha marcado desde Bruselas y Washington.

No es que nos parezca mal esta descarga de lastre. Entendámonos, era obvio que, y así lo entendió el Congreso cuando aprobó una resolución pidiendo la desaparición de varios ministerios, por innecesarios, costosos y carentes de contenido, como eran, evidentemente, el de Igualdad y el de la Vivienda que, en tiempos de vacas flacas, no tenía justificación sostener una plantilla de funcionarios que no tenían función alguna que desempeñar; debido a que, el de vivienda, ya no tenía competencias, por haber sido traspasadas a la comunidades autónomas y, el de Igualdad, no había sido más que un capricho de Zapatero, seguramente para incordiar a la Iglesia y a la derecha, aparte de proporcionarle un confortable sueldo a doña Bibiana Aído, con tal de que se dedicara a satisfacer a la feministas más recalcitrantes y ayudara a todo el entramado de médicos, laboratorios, enfermeras e intermediarios abortistas, que convirtieron en un lucrativo negocio el traficar con los restos de los fetos humanos. Ella fue, sin duda, la gran responsable de que saliera aprobada la ignominiosa ley del aborto, uno de los más execrables acuerdos aprobados por el Parlamento español, desde que se instaló en este país esta, mal llamada, democracia de la que “disfrutamos”. Pero no nos creamos que todo se haya reducido a sustituir a un, evidentemente, inepto ministro de Trabajo, como era el señor Corbacho y a dejar en la cuneta a la Aído, que se había convertido, con sus meteduras de pata, en una arma letal que usaba la derecha ante cualquiera de sus patochadas verbales. Si la señora Espinosa, una ministra prácticamente inédita para la mayoría de los ciudadanos, parece que sólo ha debido su cese al hecho de dirigir un  ministerio no tenía razón alguna de existir; donde se ha producido una relativa sorpresa ha sido en el caso de la destitución de dos ministros, que estaban con ZP desde la primera legislatura y que daba la sensación de que constituían dos piezas fundamentales, en las que quedaba materializada la impronta  de la política del PSOE, según la versión de lo que, para él, debía ser el cambio que Zapatero tenía en mente de lo que debía ser el régimen republicano- socialista-federal que tenía en mente para España. No creo que la Monarquía tuviera un puesto en este modelo filocomunista.

A mi entender, toda la clave de esta remodelación, extraña y masiva, la tenemos fundamentada en un solo nombre, el señor Alfredo Rubalcaba. No es que este político de primera línea, no tuviera una importante influencia en los consejos de ministros; tampoco es que hubiera permanecido ajeno a los problemas de los otros ministerios y que no tuviera vara alta con el señor ZP, sino que ha llegado el momento en que el Presidente ha llegado a la certidumbre de que, sin el pleno apoyo de Rubalcaba, sin sus conocimientos, sin sus informaciones o sin sus conocidos métodos “persuasivos”, que ha conseguido perfeccionar al frente del ministerio de Interior; unido, sin duda alguna, a sus éxitos en las operaciones contra ETA (lo que no significa que no haya tenido un papel estelar en las negociaciones que han tenido lugar con la banda terrorista); han hecho de él un activo demasiado valioso para que, Zapatero, pueda prescindir de él en la labor que se ha propuesto de salvar este barco que se está hundiendo en las encuestas e intentar reflotarlo, antes de la fecha de las próximas elecciones legislativas del 2012. ¿Quién mejor que este Fouché aventajado o este Rasputín astuto y sin escrúpulos, para convertir en el sustituto de una, evidentemente, desarbolada, vicepresidenta? Un personaje culto, bien preparado, un buen conversador y un mejor y retorcido adversario dialéctico, para la señora  Saenz de Santa María que, si ya le había tomado la medida a la De la Vega, no hay duda que va a tener que esmerarse si quiere ponerse a la altura de alguien que sabe, de la A a la Z, los secretos de todos los políticos del PP, como se ha venido demostrando con el caso Gurtel y la multitud de detenciones de miembros del PP, cuando los socialistas han precisado desviar la atención de alguna de sus fechorías.

Sólo una primera valoración de los cambios llevados a cabo por ZP, nos permite predecir que el señor Rajoy debiera tomar buena nota de la irrupción del señor Rubalcaba en la primera línea de batalla. Harían bien, los del PP, de dejar de mantenerse al pairo, de permanecer a la espera del error del adversario político, para empezar a moverse y contraatacar, enfrentándoles a los socialistas personas de más peso específico, primeras figuras de la confrontación, para ponerse a la altura de este nuevo gobierno que, o estamos muy equivocados o puede llegar a dar bastante guerra.