José Mª García de Tuñón Aza. Cuando en el año 2005 era presentado el libro de Gustavo Bueno, uno de los pocos pensadores que nos van quedando,. «España no es un mito», no se podía imaginar que pasado un tiempo sería traducido al chino, editado por la Universidad de Nankin. Según nos ha informado un portavoz de la Fundación Gustavo Bueno, hace ahora unos tres años Editorial Planeta les informó que a petición de esa universidad china les habían vendido los derechos para su traducción y que, en cierta ocasión, el traductor se había puesto en contacto con ellos para pedirles ayuda porque no entendía una frase que cita Bueno en castellano antiguo.
En unas declaraciones, Bueno, que no hace mucho se refirió a Benedicto XVI, antes de su dimisión, como de lo poco aprovechable que anda por ahí, ha manifestado que el motivo de que los chinos hayan escogido para traducir ese libro y no otro de los más de 70 que tiene publicados, lo ignoraba,. En un principio pensó que les interesaba las reflexiones que hacía sobre las figuras del Quijote, Sancho y Dulcinea. O porque hablaba del peligro amarillo, de la amenaza amarilla, pero por lo visto no es por eso. Parece ser, aseguraba el filósofo, que les interesa el análisis de la nación y de las autonomías. Recuerda en otro momento la presentación en Bilbao de otro de sus libros: «España frente a Europa» donde se armó una bronca tremenda llegando a decirle que España era una entelequia. Más tarde lo presentó en Asturias y le llamaron «¡fascista!», que después el escritor Francisco Umbral decía en las columnas del diario El Mundo que ese grito no era sólo una agresión al filósofo, sino también un alarido que se va generalizando en este momento conflictivo de nuestra Historia.
Recordaba también el filósofo que hacía poco un militante de Izquierda Unida había dicho que la nación española le olía a Franco, por lo que Bueno señaló: «Ahí ya no hay nada que discutir, sencillamente sólo cabe llamarle ignorante. Como cuando afirman que el imperio español huele a José Antonio. Pero hombre, si el conde de Aranda propuso dividir el imperio español en tres reinos, cada uno con su príncipe y Carlos III de emperador». Bueno, que en cierta ocasión dijo que veía más corrupción en la ley del aborto, que no es corrupción delictiva y que nadie lleva a los tribunales, que el caso Gürtel o en cualquier otro asunto, y todo sigue igual después del tiempo pasado, cuando hizo la presentación del libro trataba de romper con el concepto de las dos Españas diciendo: «Es una barbaridad que la izquierda haya mantenido como cierto el verso de Machado de que una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Fue muy crítico también con el político José Bono por haber calificado la figura del Quijote como «símbolo de la paz», cuando el Quijote muere precisamente en el momento en que se desprende la de las armas. El filósofo, que nunca ha recibido el premio Príncipe de Asturias cuando se lo merece más que otros a quienes se los han dado, dice que la patria es mucho más importante que la democracia, y termina la presentación de su libro, ahora traducido al chino, «España no es un mito», señalando que si España es una nación y quiere seguir siéndolo, no podrá mantenerse sólo con las leyes y con el Estado de derecho. Son las armas las que sostienen las leyes y las que permiten que se cumplan las sentencias.