¿Esperaremos una revolución sangrienta para activar el 155, señora Celaá?
Miguel Massanet Bosch.
Cuando se producen sucesos de una magnitud política tan grave, como los que han tenido lugar en el Parlament catalán en estos últimos días, inquieta a los ciudadanos que, el Gobierno de la nación española, se limite a pronunciar frases como la del señor Grande Marlaska, ministro de Interior, expresando “preocupación” a causa de que, la máxima autoridad del Estado en Cataluña, se dedique a poner en cuestión la detención de presuntos terroristas, pida la amnistía para los presos os en el TS y siga en sus trece en cuanto a los intentos de seguir promocionando, desde su puesto de Presidente de la Generalitat, el intento de conseguir la separación de Cataluña de España.
Resulta una muestra más de esta propaganda en la que han convertido toda la acción de gobierno de los señores ministros del señor Pedro Sánchez, especialmente centrada en la señora Isabel Celaá, esta especie de iceberg que actúa como portavoz del Gobierno, incapaz de mover más que aquellos músculos de su rostro imprescindibles para poder mover los labios, con toda seguridad para que nadie pudiera deducir, de su pétrea facies, los esfuerzos que debe hacer para intentar dar verosimilitud a las palabras con las que intenta engañarnos a todos.
En realidad se trata poco menos que de una locura, una imprudencia que puede dar lugar a graves problemas en relación con la integridad de la nación española o, incluso, una seria negligencia por parte del actual gobierno socialista en funciones, el dejar que lo que está sucediendo en Cataluña, los delicados sucesos que se están produciendo en el Parlamento catalán, precisamente a causa de los desafíos del señor Torra, máxima autoridad del Gobierno de España en Cataluña, en público, en la propia sede del Parlamento catalán y sin la más mínima contención, con la desfachatez de aquel que se siente seguro de que no le va a pasar nada, sigue pronunciando sus catilinarias cargadas de odio y en pro de la tolerancia y “comprensión” con los 7 terroristas que fueron puestos a disposición de los tribunales, cuando se estaban preparando para emprender acciones de tipo violento, con peligro para las personas y los bienes públicos. Los que vivimos en esta comunidad nos hacemos cruces de la ignorancia que existe en ciertos círculos políticos del resto de España`; del concepto erróneo de hasta donde el nacionalismo catalán ha ido calando con fuerza en la gran masa de los ciudadanía de la comunidad, entre la que se encuentran muchos de aquellos llamados “nuevos catalanes” que, procedentes de otras autonomías, han caído en la trampa de los medios de comunicación catalanes que, con toda la libertad del mundo, siguen en su labor de adoctrinamiento; sus tertulias en las que concurren evidentes expertos en la captación de afiliados para la causa sin que, por parte del Gobierno de España, se hayan tomado la más mínima molestia en contrarrestar las informaciones tergiversadas, amañadas, distorsionadas y carentes de cualquier asomo de verdad que, día a día, los presentadores, locutores, periodistas y políticos catalanes se empeñan en trasmitir a la audiencia desde sus privilegiados puestos en los diversos medios de información, desde los que actúan con plena indemnidad.
En ocasiones nos hemos llegado a preguntar, cuando escuchamos a la señora Celaá explicar las dificultades de la aplicación del 155 debido a las exigencias derivadas de las dos sentencias con las que despacharon los recursos de los comunistas contra la aplicación del 155 en Cataluña. Es posible que, como meros ciudadanos de a pie, no entendiéramos bien los resultados de las resoluciones del TC pero creímos entender que dicho tribunal no hizo otra cosa que avalar la aplicación del 155 en Cataluña, por los hechos de septiembre y octubre en Cataluña. Ambos recursos ponían en cuestión la extensión de la suspensión de la autonomía catalana, autorizada por el Senado de la nación y acordada por el Gobierno a causa de ilícito referéndum del 1ºO y la declaración, apenas esbozada, de la independencia unilateral de la llamada nación catalana. Únicamente, el alto tribunal, declaró inconstitucional un párrafo del acuerdo del Consejo de Ministros en lo referente a las publicaciones oficiales del Parlament y el Govern. Nos gustaría que la señora Celaá se explicase mejor cuando se ha excusado de la inoperancia del Ejecutivo de Sánchez respecto a la no aplicación, en las actuales circunstancias, del mentado artículo constitucional, basándose en que, en la actualidad, no se dan las circunstancia que “exigía” el TC para poder hacerlo.. No sabemos cuál será su criterio para llegar a semejante conclusión, pero ahora que ya se ha demostrado que, el movimiento reivindicativo independentista catalán no es, ni mucho menos, un movimiento “pacífico” y pacifista, un festival inofensivo paras pedir la independencia; cuando ya se están organizando grupos, de tipo terrorista, que están empezando a amenazar con dar una paso cualitativo al enfrentamiento entre la Generalitat catalana y el gobierno del Estado.
Puede que, en su afán de conseguir los apoyos de los separatistas, el señor Pedro Sánchez, intente apurar la situación, no moviendo pieza dentro de la comunidad catalana hasta que se hayan celebrado las elecciones del 10 de noviembre, en las que tiene la esperanza de mejorar los resultados de su partido, el PSOE, basándose en lo que las distintas encuestas vienen pronosticando para aquella consulta popular. Si las ganara y pudiera formar un gobierno sin necesidad del apoyo de los independentistas, es muy probable que intentara acabar con la amenaza soberanista, tanto en Cataluña como en el País vasco, unos amigos en los que confió pensando que iban a darle una mano en la aprobación de los nuevos PGE, algo que no sucedió y, a partir de dicho momento, da la sensación de que ha decidido poner en graves dificultades a los partido separatistas con los que parece que ya no cuenta.
Sin embargo, entre tanto, la política parece que ha dado paso a un movimiento que, posiblemente, no era muy esperado pero que, la evidente decadencia del señor Pablo Iglesias, parece que ha servido de acicate para que su enemigo dentro del partido de Podemos, el señor, Íñigo Errejón, defenestrado por su primer intento de rebelarse en contra de Iglesías, parece que ha decidido dar un paso al frente, desafiando a su antiguo partido y presentándose a las elecciones con una nueva formación, integrada por todos aquellos miembros del partido que no estuvieron conformes con las últimas decisiones de Iglesias, especialmente en la última en la que se negó a apoyar a un gobierno con Sánchez. Es pronto para saber en qué forma esta nueva aparición de la figura de Errejón va a poder mermar los resultados de Unidas Podemos, para conseguir arrastrar hacia su formación a miembros de su antiguo partido o, incluso, arañar votos a aquellos que están disgustados con Rivera, de Ciudadanos, acusándole de ser el culpable de haber dado un giro hacia la derecha, en sus intentos de aproximarse a los votantes del PP.
Y haciendo mención a Ciudadanos, tenemos la desagradable sensación de que se está perdiendo una ocasión de oro, al menos de intentarlo, cuando teniendo la posibilidad de acudir a las próximas elecciones, los partidos que podríamos calificar de constitucionalistas, dispuestos a no negociar con los separatistas ni facilitarles la gobernabilidad dentro de las distintas circunscripciones electorales, no se han prestado a seguir la propuesta del señor Casado de formar una coalición que, bajo el eslogan de España suma, se pudiera presentar en muchos lugares de España donde se sabe que sería más rentable electoralmente, que el hecho de acudir solas las tres formaciones de derechas.
No hemos visto ni, de momento parece que esto vaya a suceder, un debilitamiento del separatismo catalán, pese a que es evidente que existen grandes divergencias entre ellas y las políticas que están dispuestos, cada uno de ellos, a llevar adelante. Por otra parte en la esencial, en su idea de conseguir una Cataluña independiente no parece que hayan cedido ni que, en adelante, vayan a hacerlo. Es evidente que algunos están esperando la sentencia del TS sobre los procesados por los sucesos del 1.O (nos da la impresión de que va a ser imposible intentar prolongar mucho tiempo, como quisieran algunos partidos para que no influyera en los resultados electorales). Nos parece que cuanto antes se afronten los resultados, fueren cuales fueren, del procesamiento de los líderes independentistas catalanes, ante podremos constatar si todas las amenazas de un vuelco en los ciudadanos catalanes y la producción de una situación de caos, con huelgas generales etc. se va a producir en la realidad (no vemos que, a nivel de la ciudadanía, exista una opinión formada sobre lo que hay que hacer cuando se produzca la sentencia, en el caso de que sea condenatoria y en función de la duración de las penas que pudieran recaer sobre los principales protagonistas de los acontecimientos de Octubre del año 2017). Es evidente que reacciones las va a haber y, con todo, la posibilidad algaradas callejeras va a ser imposible evitarla. Lo que ya no vemos tan claro es que se llegue a producir una parálisis de todo el país, que sea duradera, en el sentido de que muchos catalanes empiezan a ser conscientes de que, el camino hacia la recuperación económica que se había iniciado, con cierta fortuna, por el PP, está amenazado por el anunciado estancamiento de la economía europea. Incluso, en nuestra nación, tenemos datos del primer trimestre de este 2019 que hablan de un gran descenso de la inversión extranjera en nuestro país. La Secretaría de Estado de Comercio ha publicado datos del primer semestre de este año proporcionando, al respeto, datos preocupantes: frente a los 48.194 millones del pasado curso, los datos del presente ejercicio reflejan una caída de la inversión extranjera hasta los 16.792 millones de euros, un 35% menos.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, estamos temblando de que, en una situación que está llegando al paroxismo, que lleva aparejada la elevación del nivel de enfrenamiento entre personas a las que se ha manejado para la confrontación, a algún loco se le ocurra encender la mecha de la discordia de manera que de las palabras se pase a los hechos y de estos a querer resolver las diferencias de opiniones por medios más traumáticos y primitivos. ¡O tempora o mores! Y Sánchez de vacaciones por los EE.UU imitando, en cuanto a falta de visión política, a aquel Rodríguez Zapatero que nos quería vender como la mejor economía de Europa.
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