Miguel Massanet Bosch. Se atribuye a Jacques Amyot, escritor y humanista francés del siglo XVI, la siguiente frase: “El débil que habla fuerte se hace ridículo”. Me había propuesto no volver a tocar el tema de Catalunya por unos días, debido a que llevamos una temporada en que este tema se ha convertido en recurrente. Parece que ya está todo dicho; sin embargo, los acontecimientos se suceden con un “tempo” tan acelerado que no me queda más remedio que volver a incidir en una materia que, en modo alguno, se puede considerar como trivial para los ciudadanos y para la propia nación española. Escribíamos ayer sobre la desvergüenza, descaro y osadía con la que el señor Mas se presentó ante el presidente del gobierno, señor Rajoy, para pedirle o, mejor, exigirle que aceptase el Pacto Fiscal que pretende Catalunya. Parece que el señor Rajoy ha desmentido que se hablase, en dicho encuentro, de independencia o del anunciado referéndum. Puede que sea así o puede que se hiciera el sordo, si es que lo mencionó el señor Mas; en cualquier caso, a mi no me preocupa lo que pudieran hablar off de record, sólo las consecuencias que se puedan derivar de tal encuentro, que se nos vendió como fallido por la señora Sáez de Santamaría, mencionando, una vez más, que nunca se iban a salir del marco de la Constitución.
Las noticias no contribuyen a tranquilizarnos, antes bien, diríamos que ni uno ni otro de los protagonistas de la entrevista se muestran cariacontecidos por el, llamémosle, “fracaso” de la entrevista. Esperábamos a un Mas lanzando sapos y culebras por la boca y a un Rajoy enfundado en el casaca de defensor de la unidad de España, advirtiendo seriamente al gobierno catalán de las posibles consecuencias para Catalunya si optaban por salirse de la legalidad. Nada de todo esto ha sucedido. Mas llegó cansado a la Plaza de San Jaime y se diría que salió, a la fuerza, con cara de pocos amigos, a saludar a los centenares de fans separatistas que intentaron darle ánimos. Pero, ¿qué ha sido lo que nos ha ofrecido nuestro presidente del Gobierno? Nada, o mejor dicho, poco, salvo una serie de frases polivalentes que pueden entenderse según el significado que quiera darles quien las escuche. Por ninguna parte hemos visto la actitud firme, enérgica y resuelta con la que, muchos españoles, estábamos esperando que zanjara, de una vez, este continuo bombardeo de reclamaciones y protestas a que nos tienen acostumbrados los políticos nacionalistas catalanes.
Y hete aquí que, cuando se le pregunta al señor Rossell de la CEOE (¿qué ocurrió realmente en la reunión que tuvieron sus miembros en la que se trató el tema de las pretensiones catalanas? Se habla de enfrentamientos) utiliza este lenguaje de los empresarios que nunca los compromete a nada, con el que suelen salir de preguntas comprometidas, y habla de lo malo que sería para las empresas catalanas,,, y las españolas, que se produjera una ruptura con España, para añadir que “ urge, de una vez, resolver el problema de la financiación de Catalunya”. ¿Quiere decir el señor Rossell que, con más dinero, el problema de la independencia quedaría resuelto? Porque, si no vamos errados, lo del Pacto Fiscal iba por este camino. ¿Podríamos entender que la jugada de la Generalitat consiste en amagar con la independencia para así, sea con el Pacto Fiscal o, como dicen Rajoy y Sáez de Santamaría por medio de conversaciones, porque ellos “estarían dispuestos a hablar del tema de un cambio de financiación autonómicas, debido a que, muchas autonomías, no están satisfechas con el actual sistema de financiación”.; es decir que, llamándolo como se quiera, ¿el Gobierno estaría dispuesto a acceder a las demandas catalanas por otra vía, aunque ello, como ha ocurrido siempre, acabe perjudicando al resto de autonomías, que siempre se llevan la peor parte?, ¿Ha vuelto Rajoy, por lo bajines, a pagar con nuestro dinero, al insaciable apetito del nacionalismo catalán? “Esto no toca ahora” nos dijo don Mariano, “no es el momento”, “no podemos solucionar un problema creando otro”, entonces ¿a qué viene sus declaraciones de que “ es posible crear puntos de encuentro y, desde luego por mí no va a faltar” ¿Cómo deberemos entender los ciudadanos el hecho de que, primero, se apele a la Constitución para argumentar que no se pueden hacer excepciones con los catalanes y, al día siguiente, hablar de posibles puntos de encuentro. ¿Es que hay un medio para puentear las normas constitucionales? ¡Cuidado con ello!
Si es cierto, como se afirma desde ciertos medios de comunicación, que el victimismo catalán está montado sobre una gran tomadura de pelo y que, en realidad, Catalunya recibe cuatro veces más que Madrid en el reparto autonómico o, como se dice: en los datos obrantes en Hacienda, de los 66.000 millones de euros que se recaudaron en Madrid por el IRPF, IVA e Impuestos especiales en el ejercicio 2011, la comunidad sólo recibió 11.474 millones mediante transferencias estatales ( un 17’6% de todo lo recaudado); cuando en el caso de Catalunya que recaudó 27.000 millones de euros recibió casi 15.800 ( un 60% del total); tendremos que admitir que las quejas del resto de las CC.AA españolas están más que motivadas y que justifican su disgusto con el actual sistema de financiación. Lo que debe hacer el Gobierno es hacer los cambios precisos para que la solidaridad entre las autonomías sea algo que se cumpla y no que se limite a lo que está escrito en la Carta Magna, pero que, la realidad, se encarga de desmentirlo.
Pero existe algo mucho más importante que el aspecto crematístico, del que hemos estado hablando. Algo que ya se está percibiendo en otras regiones del país, que se apoyan en las reclamaciones catalanas para sacar a relucir sus propias carencias. Unas, porque se sienten discriminadas y otras porque, como en el caso catalán, empiezan a pedir que se les aumenten su competencias, se les conceda más autogobierno, cuando no que también se les de la independencia. No veo con claridad lo que piensa hacer el Gobierno en el caso catalán, pero puede que acabe mostrándose débil, como indican estos síntomas que hemos comentado. Si vuelve a intentar apaciguar a la “bestia” independentista, si se deja chantajear por miedo a que se produzcan alborotos en Catalunya, no hará más que entrar en la dinámica que pretenden los gobernantes de la Generalitat, que consiste en sacar el máximo de provecho, exprimiendo las arcas del Gobierno, para irse haciendo fuertes mientras, como ya han empezado a hacer, van creando sus propias estructuras estatales, preparadas para ir sustituyendo la tutela del Estado, hasta tanto decidan independizarse. La primera: una Hacienda propia.
Dicen que los gallegos tienen sus propios sistemas para tratar los asuntos. Se afirma que usan la flema y no tienen prisa alguna en afrontar los problemas. Puede que sea así y no voy a ser yo quien lo critique. Sin embargo, señores, el órdago que Mas y los independentistas catalanes ha sido demasiado evidente, se ha hecho con demasiada publicidad y ha constituido un desafío tan directo a la Constitución que, cualquier pretensión del señor Rajoy y su Ejecutivo de intentar disimular, pastelear, desviarlo de la atención pública o solucionarlo por detrás de las bambalinas, no va a conseguir otra cosa que indignar a los verdaderos españoles, que lo vamos a considerar como una afrenta a la patria y una cobardía vergonzosa, indigna de quien ha recibido el apoyo de una gran mayoría de los españoles. O esta es, señores, mi opinión respecto a este intento de chantajear a España y su Gobierno.