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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

No han querido apretarse el cinturón, ¿o no han sabido cómo se hace?

¿Podría España soportar otro gobierno socialista?

Miguel Massanet Bosch

El político de la Restauración, don Antonio Cánovas del Castillo, el que implantó el famoso “turno de partidos”; al hablar de política lo hacía en los siguientes términos:

“Decir política equivale a decir ciencia de lo mudable, de lo relativo y contingente; ciencia sujeta en sus conclusiones prácticas al siglo, al pueblo, al momento en que su consiguiente arte se ha de aplicar”. Y a mí, al menos, estas meditadas palabras del líder conservador, me hacen reflexionar sobre la necesidad de que, los sistemas políticos, estén basados en la posibilidad de que los ciudadanos de cada país tengan la oportunidad de elegir libremente, con verdadero conocimiento de causa y sin que se los condicione, presione o engañe, al gobierno que sea más adecuado a las necesidades reales de la nación; no tanto en función de unas determinadas ideas políticas preconcebidas o unos planteamientos sociales estereotipados e inamovibles, sino, más bien, tomando como orientación las consideraciones prácticas más idóneas, según sean los problemas a los que deba enfrentarse o los requisitos que se les exijan a quienes deban afrontar los desafíos sociales, económicos y financieros, dentro de un contexto, no sólo nacional sino, incluso, más allá de las fronteras del país.

Resulta algo difícil de entender que, precisando nuestra nación una regeneración completa de lo que ha sido nuestro panorama político durante casi ocho años; y siendo evidente que no bastarán meros retoques superficiales, simples ajustes económicos o un ligero remoce de nuestras instituciones; (como parecen querer dar a entender los actuales gobernantes de la nación), es obvio que, el próximo gobierno, deberá amarrarse los machos para iniciar la titánica tarea de poner los remedios adecuados para conseguir poner orden donde hoy sólo hay caos y insuflar confianza, proponer nuevas y eficientes políticas económicas y financieras que van, con toda seguridad, a significar la necesidad de imponer sacrificios a los ciudadanos, que permitan afrontar, en la medida de lo posible, el descalabro que, casi ocho años de socialismo, ha producido en todos los ámbitos sociales, económicos y financieros de la nación; cuyas consecuencias todavía no conocemos en su totalidad, ya que es posible que, el nuevo gobierno que entre después del 20N, se encuentre con bolsas de deuda insospechadas cuando se levanten las alfombras de la administración socialista.

Así que, cuando; hoy, en plena campaña electoral se nos habla por los socialistas de “mantener el estado del bienestar” oponiéndolo a la idea del PP, expresada por sus máximos dirigentes ,de que “es preciso apretarse el cinturón, reducir el gasto público, prescindir de determinados beneficios y ajustarse a la realidad socio económica del país”; nos es muy difícil, a los ciudadanos de a pie, poder asimilar que aquellos mismos que, con una falta absoluta de planificación, ni siquiera desde un punto de vista estrictamente socialista; han querido gobernar la nación, primero, valiéndose del periodo de bonanza que la inercia del buen gobierno del señor Aznar proporcionó al país, irse apuntando, farol tras farol, lo que no se debía a su gestión sino que les venía regalado de sus antecesores y, en segundo lugar, cuando llegó la crisis y, con ella, la explosión de la burbuja inmobiliaria, (que no fue aceptada hasta que ya resultó demasiado tarde para aplicar las medidas oportunas) a partir de cuyo momento, el señor ZP y sus ministros, han venido gobernando el país a trancas y barrancas, dictando leyes, decretos y órdenes que, a los pocos meses, según de donde vieran venir el viento dominante, han rectificado, anulado o, si era preciso dictaban otros que los contradecían abiertamente. Una rectificación tras otra, sin dar nunca en el clavo.

Finalmente, ante el peligro de entrar en default y amenazados seriamente por Bruselas, el FMI, el BCE y el propio Obama, no les quedó otro camino que darle un vuelco de 180º a sus políticas de despilfarro y erróneas decisiones, para someterse al mandato de Europa, en lo que claramente se pudiera considerar como un “rescate” encubierto a cargo del BCE, que se dedicó a comprar nuestra deuda ya que, en caso contrario, es muy posible, para no decir seguro, que nuestra nación hubiera sido incapaz de cumplir con sus compromisos de amortizar la deuda y pagar los intereses. Desde entonces el señor Rodríguez Zapatero se deshinchó y quedó convertido en un político hipotecado que tuvo que transigir, a regañadientes, con lo que se le ordenó hacer desde fuera de España; algo que llevó a cabo con desgana y a medias; como, por ejemplo, la reforma laboral, en especial en lo referente a la flexibilidad de las plantillas y la negociación colectiva, aspectos que, evidentemente, gracias a la intervención de los Sindicatos no se ha conseguido llevar a cabo satisfactoriamente.

Sin duda, que lo que estamos percibiendo en la campaña del PSOE y, en especial, del señor Rubalcaba, apoyado por un alicaído señor Blanco; no tiene los visos de ser una campaña normal, protagonizada por aquellos que tienen novedades que ofrecer, capaces de ilusionar a los electores; de aquellos que critican al adversario con argumentos sólidos o que tienen en sus manos la capacidad de aplicar políticas sociales que garanticen el bienestar del pueblo, ¡este bienestar que parece que pretenden garantizar a los españoles, cuando llevan dos legislaturas sin lograrlo! No, no señores, no nos dejemos engañar de nuevo, porque, en este caso, el PSOE quiere practicar la política del famoso perro del hortelano: no come ni deja comer.

Aquí estamos ante una campaña que no busca ganar las elecciones, algo que ya se les antoja a Rubalcaba y los suyos como una “misión imposible”; en estos momentos se trata de desacreditar al máximo al adversario; infundir en los ciudadanos la especie de que el PP es un ente peligrosos que, si gana, les va a “quitar” a los ciudadanos todos los beneficios que, supuestamente “ellos les han conseguido”, y aquí está el sibilino plan que intentan desarrollar –con la complicidad activa de estos Sindicatos a los que han tenido comprados con subvenciones millonarias durante las dos legislaturas –, se trata de prepararles a los nuevos gobernantes, supuestamente los populares, un recibimiento sonado. Lo más curioso es que para “entrenarse” para curarse en salud y para anticipar algunas de las fechorías que esta izquierda tiene en mente, han empezado con un tipo de “huelgas preventivas” que ya no pretenden protestar contra alguna decisión del Gobierno actual, que es socialista, sino que lo que hacen es “protestar” por “si acaso” el nuevo gobierno que salga de las urnas, refrendado por una mayoría, no se sabe si simple o absoluta, tuviera la idea de implantar algunas medidas de austeridad que ellos ya dan por supuesto que serán malas para sus intereses y para el propio país.

¿Qué esto no es más que una felonía, una deslealtad y un atentado a la democracia? Por supuesto, pero ¿es que no conocemos como se las gastan las izquierdas cuando ven que van a perder el poder? Lo que no dicen ni Rubalcaba, ni Blanco ni ninguno de sus compinches es que, si ellos, por un azar del destino, ganasen las elecciones no tendrían otro remedio que seguir las directrices de Bruselas con una sola salvedad y es que, en su caso, ya nos han demostrado lo que saben, mejor dicho, no saben hacer ¡garantizar el bienestar a los españoles!, precisamente lo que ellos recriminan al PP. Es axiomático la izquierda no sabe perder con elegancia y tiene que morder antes de que le arrebaten la presa. Y a esto algunos lo llaman democracia. Tiene gracia. O esta es, señores, mi opinión al respecto.