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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

sólo es verdadero profundo y completo en cuanto se extiende a la humanidad entera

¿Qué es el progreso?

La Lupa del YA. Tomada en un sentido absoluto, la palabra <progreso> no tiene significación, puesto que, en la inmensidad de un mundo supuestamente infinito, se permanece siempre igualmente alejado del principio y del fin, debiendo descomponerse el movimiento de la sociedad en los movimientos de sus individuos.
¿Pero, si así fuera, que progreso en sí podría desprenderse de cada uno de esos seres cuya curva total se limita en los años que median entre el nacimiento y la muerte? ¿Qué progreso puede haber en la chispa que brota del pedernal y se extingue enseguida en la humedad o el aire frío?
Un valor usual de la palabra progreso nos lo dio el británico Edward Gibbon al admitir que, desde el principio del mundo, cda siglo ha aumentado y aumenta aún la riqueza real, la felicidad, la ciencia y quizá la virtud de la especie humana. Así, en las diversas épocas han surgido diversos individuos que, por algún rasgo conspicuo descuellan entre los hombres de los demás tiempos y naciones.
¿Quién podría creerse en un momento dado más justo que Hamurabi, más  sabio que Sócrates, mejor artista que Fidias, mayor inventor que Arquímedes o más prudente que Marco Aurelio? No obstante, el progreso, durante los últimos seis mil años más recientes, consistiría en la difusión de esas iniciativas particulares de cerebros geniales y su aprovechamiento social.
Con frecuencia han fallado la ciencia, la filosofía o la justicia. Se han declarado y se siguen declarando, en la barbarie espartana tanto como en el hedonismo contemporáneo, inútiles para la vida cuerpos que se han adaptado luego admirablemente y, como, el bajito Zaqueo o el actual ejemplo de Stephen Hawking, sin la complexión de un Pelópidas o un Ronaldo, han desarrollado una fuerza genial y creadora que ha contribuido a renovar y engrandecer el mundo.
Para que el progreso sea tal lo más conveniente es acoger a todos los hombres como iguales en virtualidad y dignidad; ayudar a los débiles sosteniéndoles con su fuerza; a los enfermos intentando darles salud; a los inteligentes proyectando su mente hacia los grandes pensamientos, siempre con la procupación constante de ese bien común para los otros y para nosotros mismos, integrantes de un todo en el espacio y en el tiempo.
El progreso, en definitiva, si bien radica en iniciativas individuales, sólo es verdadero profundo y completo en cuanto se extiende a la humanidad entera, porque el hombre, asociándose al hombre para una obra cuyo alcance comprende y cuyos efectos conoce, puede tener la certeza moral de orientar hacia lo mejor de todo ese gran cuerpo humano del cual un embrión no sería aparentemente nada cuantificando en árida estadística todas las células de las generaciones que sucesivamente vamos habitando la tierra.
Así, con toda confianza, podemos estar seguros de haber progresado desde que nuestros antepasados dejaron de caminar a cuatro patas y abandonaron las cavernas, y con felicidad, que, más que un simple estado de goce personal, es la conciencia de marchar hacia un fin determinado, inmutable y eterno, que se quiere y se crea por su voluntad, pudiendo hacer nuestras las antiguas pero eternas palabras de Quinto Curcio Rufo: “Por mi parte, estoy persuadido de que todas las cosas siguen su curso, según una ley inmutable, por una constitución eterna y por una asociación de causas ocultas, mucho tiempo antes predeterminadas”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO