José Luis Jiménez. 23 de diciembre.
La contratación de Gerard Mortier como director artístico del Teatro Real ha sido uno de los elementos más publicitados en el mundo de la cultura en los últimos tiempos. ¿Pero está confirmada su presencia? Su presentación vino acompañada de toda clase de parabienes por parte de quienes le habían fichado. En la rueda informativa solo faltó que lo introdujesen en la sala bajo palio. He dedicado dos comentarios a tratar de dar algo de luz a este tema. Pero las noticias que me llegan me obligan a tratar de nuevo este asunto. Fuentes de toda confianza me aseguran que a fecha de 19 de diciembre, el contrato no estaba firmado. Es más, parece que en la dirección del teatro desconocen donde se encuentra en estos momentos. ¿Tendrán que poner el cartel de "Se busca"?.
Si esto es así, este asunto se puede convertir en un verdadero "culebrón". Nada que envidiar a los fichajes futbolísticos del Real Madrid en invierno. Pero detrás de todo nos podemos encontrar con las consecuencias de un acuerdo tratado de forma poco convincente. Todo el mundo está de acuerdo en que el mismo ha sido fruto de una carambola. El señor Mortier es un maestro en eso de manejar su imagen en su propio beneficio. Se ha dicho que había que aprovechar el que no fuese a Estados Unidos y la posibilidad de que fuese a Viena. En cuanto a lo primero, estaba contratado. Pero una reducción importante del presupuesto le hizo desistir, a pesar de que en Madrid nos dijo que no le convencia la programación que le querían imponer. ¿A él?. Cada vez aparece más diáfano que esto fué utilizado para que se marchase. Posteriormente ha aparecido mucho dinero para invertir en la New York City Opera. Hay que recordar que allí todo es financiación privada. y que , también, el ballet es primordial en su programación, resultado de asistencia masiva de público año tras año. Y que parece que no hubo acuerdos en la cuestión de arreglos para la acústica.
El caso es que las conversaciones por parte de los responsables españoles se hicieron en un abrir y cerrar de ojos, cuando lo conveniente es que se alargen en el tiempo para cerrar todos los flecos. Se aceptaron todas sus exigencias, o peticiones, aún cambiando todo lo previsto hasta ese momento, y ya anunciado de antemano. El señor Mortier quiere un control férro, total y absoluto del Teatro. Incluido casi hasta las ruedas de prensa. ¿Tendrá que poner sus barbas a remojar el actual máximo responsable señor Muñiz?. ¿O, si llega el caso de que lo deje, que se comunique en ese momento que ha sido por motivos personales?. Esto no ha terminado