“Un hombre se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empiece a culpar a un tercero por sus propios errores.” (John Burroughs)
Miguel Massanet. Es indudable que tanto el señor Mas como la familia Pujol han decidido emprender la ruta más sinuosa, menos rentable y, por supuesto, la más peligrosa en esta alocada e insensata carrera hacia la utópica independencia de Cataluña de España y de los españoles; lo que, al fin y a la postre, no es más que una ruptura contra natura de una unión que viene durando desde hace más de 500 años y que, aparte de ensoñaciones pasajeras y locuras transitorias, siempre ha venido representando una simbiosis beneficiosa para ambas partes, debido a la sinergia derivada de la colaboración de ambas en lo que hace referencia al desarrollo de la nación. El discurso de don Pedro Morenés ante el Rey y la cúpula militar, con motivo de la Pascua Militar, hay que saberlo interpretar en la dimensión que el ministro de Defensa le ha querido dar.
En un tono moderado, pero enérgico, ha querido lanzar una sutil advertencia, no, como se viene comentando por los círculos separatistas (interpretando de forma sesgada la alocución del ministro), como una “provocación” a quienes se están extralimitando en sus funciones, se apartan de las atribuciones que les fueron conferidas para gobernar sus comunidades y han emprendido un nefasto peregrinaje: infringiendo las leyes estatales; recortando los derechos de la ciudadanía; imponiendo cortapisas al uso del idioma patrio y proyectando actuaciones que, sin duda, debieran de preocupar por constituir manifiestas violaciones a la propia Carta Magna; sino como un recordatorio, una simple advertencia y, me atrevería a decir, que una reflexión en alto, para que aquellos que piensan, como parece ser que lo hace, equivocadamente, la señora Nuria Gispert de CIU, que no hay que hacer caso y no deben preocupar a Catalunya lo que dicen los militares; empiecen a pensar que, detrás de una necesaria contención, de un prudente mutismo y una meritoria disciplina, está latente una vocación de servicio a la Patria; un sometimientos a los dictados de la Constitución y un espíritu de sacrificio que, sin duda, como ha sucedido en todos los casos en los la unidad de España ha estado en peligro, saldrá a relucir en el caso de que la nación pretenda ser cuarteada por medios ilegítimos, sectarios o revolucionarios.
“El Ejército antepone la defensa de la patria a cualquier anhelo particular” manifestó el señor Morenés en su alocución y, cuando lo dijo, no hizo más que dejar claro que el artículo 8º de la Constitución no está para hacer bonito o como un simple apunte retórico, sino que previendo, precisamente, lo que en estos momentos parece que se está gestando en territorio español cuando, en algunas autonomías, se está infiltrando el virus del separatismo, debido a que la pasividad de los sucesivos gobiernos, que no se han atrevido a cortar de raíz este gravísimo problema, parece que está consiguiendo adeptos y cultivando odios, recelos y antipatías contra todo lo que signifique amor a la patria, sus símbolos y sus lazos de unión que, durante tantos años, han hecho de nuestro país una nación respetada y reconocida internacionalmente.
Que el señor Erkoreca, en su papel de vasco abertzale, diga que las declaraciones del ministro “están fuera de lugar” y las consideran como “una provocación innecesaria”; lo mismo que ha dicho que “no se siente concernido por las palabras del Rey”, cuando hizo alusión a “políticas rupturistas”, demuestran que él y la señora Gisbert han advertido que algo se ha movido detrás de la pantalla que oculta lo que piensan los militares. Aparte de la flema y suficiencia con la que tanto CIU como el PNV han pretendido quitarles importancia al mensaje del Rey y las palabras de Morenés, no hay duda alguna de que, en ambos casos, se trasluce lo que, más allá de los intentos políticos de evitar que la situación del independentismo se vaya agriando y se le pueda dar un vuelco a la situación planteada en Catalunya y la que, es muy posible que se plantee en el País Vasco; mediante fórmulas que eviten, por otros derroteros, que la insania independentistas se vaya agudizando; el hecho de que el Ejército permanezca vigilante y que, el Jefe del Estado, empiece a dar signos de preocupación ante la deriva secesionista, no les debe haber hecho gracia alguna.
Lo que puede que irrite más, a los que nos consideramos españoles, es el tono chulesco, desafiante, ofensivo y dictatorial adoptado por los señores Mas, Oriol Pujol (un mero portavoz de don Jordi) y, en ocasiones, de este variable señor Durán, del que se puede decir que nunca se sabe si va o vuelve. A mi modesto criterio se debiera pedir al señor Rajoy que no ceda ni un milímetro ante las posibles peticiones o chantajes que le pueda hacer el President de la Generalitat, en la reunión que van a tener ambos mandatarios con motivo de la inauguración de una estación del AVE que, según se dice, va a ser la excusa para que sostengan una entrevista para hablar de tan espinoso tema. Voces interesadas han dejado correr la especie de que, a Catalunya, el señor Rajoy le va a ofrecer más dinero a cambio de una moderación de sus ansias rupturistas y, me imagino, de la supresión del anunciado referéndum “para poder decidir”, que es lo mismo que para pedir la independencia.
Se dice que no todos los catalanes están conformes con la deriva de CIU y mucho menos con este acuerdo de tan difícil encaje con ERC, que todos consideran como un suicidio político debido que las políticas económicas y sociales de ambas formaciones difieren diametralmente. Parece que un grupo importante de grandes empresarios están ejerciendo presiones sobre el Gobern para que amaine en sus pretensiones soberanistas y, a cambio, se preste más atenciones a los graves problemas económicos, al paro, a la financiación, al empleo y las estructuras, temas que, sin duda, tienen una importancia tal que no es posible ni sensato dejarlos aparcados por ir en pos de una utópica, conflictiva, ignota y más que dudosa aventura independentista.
Fuere como fuere, muchos españoles sentimos preocupación por el excesivo recorte que se ha hecho en el presupuesto de defensa. Curiosamente, los países con gobiernos de izquierdas como Venezuela, Corea del Norte o la propia China son los que tienen los presupuestos de defensa más abultados, aunque ello suponga que, gran parte de sus habitantes, estén sometidos a la miseria. España ya lleva años sacrificando nuestra defensa en aras de atender a otras demandas que parecen ser más urgentes; no obstante no creo que extremar los recortes en la modernización de nuestras FF.AA; en la dotación de armamento seguro y en la formación técnica de nuestros soldados sea, en modo alguno, algo que se pueda mantener si es que queremos mirar lo que está sucediendo en el norte de África, donde la famosa “primavera africana” ha tenido por resultado el que todos nuestros vecinos del sur están gobernados por islamistas.
Es evidente que en el momento en que el Rey de Marruecos o cualquier otro de los nuevos gobiernos islamistas quisieran ponernos en apuros, sin un Ejército en condiciones poco podríamos hacer para pararlos. En todo caso, no son más que opiniones que, en modo alguno, tienen intenciones dogmáticas.