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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

“¡Benedicto XVI, que grande eres ¡”

Sergio Dugenest. Se va por la puerta grande, aquella que le cedió Pedro, y cerrando de paso los ventanucos por donde se colaban nocivas corrientes de aire.

Se va en olor de multitudes, con sencillez y con un “no os dejo solos”, llevando a la praxis la frase de Séneca sobre “el difícil arte de saber despedirse a tiempo”.

No se ha bajado de la cruz como apuntaba desafortunado el anterior secretario de Juan Pablo I; La ha sujetado con fuerza y ha intentado apuntalarla sobre una roca en la que habían aparecido algunas grietas.

Maestro en la suerte de capa y espada, citaste al ruedo un toro desbocado de nombre “pederastia”, con el que nadie quería lidiar.

Tras el desplante realizado con elegancia y gallardía, se abrió la puerta del toril y recibiste a la bestia de rodillas con un capotazo portagallola ; mas tarde vendrían las verónicas y como colofón una gaonera por delante.

Llego el remate, con seguridad y dominio de la situación. Tras la faena, vítores y aplausos por afrontar un problema que el humo de Satanás había expandido en el interior de la Iglesia (y que la prensa globalizada exageró hasta el extremo que un gran numero de las acusaciones resultaron ser falsas).

Gracias por encarar tempestades exteriores e interiores; por ser claro y ejemplar; por ser “grande” en DAR el perdón (entre ellos a su “fiel” mayordomo) y “enorme” en PEDIRLO por unos graves pecados que usted no cometió y que han hecho bajar alarmantemente el numero de asistentes a la Iglesia.

Gracias por demostrar que la ciencia no está reñida con la existencia de Dios sino más bien que se puede llegar a Dios por medio de la ciencia.

Gracias por tender, a pesar de la critica, la mano a los hermanos en Cristo ( anglicanos, protestantes, ortodoxos y tradicionalistas) para que vuelvan a su verdadera casa y por extender un acueducto que lleva el agua salvífica de Jesús a otras culturas, religiones y concepciones de la vida logrando conversiones espectaculares, sin caer en acciones un tanto “confusas”.

Gracias por su sabiduría que bien nos podría trasladar con imaginación a otro tiempo donde quizás en un café bohemio con música clásica de fondo conversara con el mismo Sócrates o San Agustín.

Gracias porque en aquellas jornadas de la JMJ, España recuperó la “S”, acentuó su “Ñ” y  fue el foco del mundo entre “Signos de exclamación”.

Gracias, porque convertiste nuestra Nación por unos días en una película de Frank Capra donde la sonrisa, la ayuda sin medida e incluso la mímica sirvieron para minimizar la dificultad de expresarse en otros idiomas.

Gracias por sembrar la ilusión y perseverar en la fe en una tierra Mariana en el que la mediocridad e incoherencia han raptado los colores y la luz, vistiendo el paisaje de gris y sepia.

Gracias porque su llamada a los jóvenes de todo el mundo lleno de banderas, cánticos y buen humor hasta el subsuelo de Madrid, a pesar  de la embestida de los “orcos de turno”.

Gracias por la “madrugá” en tierras de “chotis, azucarillos y aguardiente” y por  cambiar la Guardia Suiza por la Legión que escoltaba a su compañero de viaje, su Jesucristo esculpido por Mena.

Gracias por tantas instantáneas que nunca serán portada de medios de comunicación “libres” porque no interesa divulgar que más allá de nuestra Patria hay otra, la de todos los hombres que se salen de lo común en este caso, que comparten la misma fe ( esto va dedicado en parte a un nutrido grupo de americanos que corrieron a abrazarse y sacarse fotos con unos chicos que portaban una bandera de Irak)

Gracias por  mostrar en sus encíclicas que la Iglesia se involucra en los problemas en que se halla sumida la humanidad y señalar como el origen de la crisis económica la falta de valores éticos ( la usura, el  egoísmo, la falta de caridad,…y la falta de vocacionalidad ).

Gracias por su sonrisa y su complicidad aquella noche de Agosto en “Mil vientos” porque a pesar de la tempestad que arreciaba, usted se quedó al mando del timón.

Gracias porque padres e hijos compartimos una emocionante aventura en un encuentro que jamás olvidaremos.

Gracias por el rapapolvo que ha dado a la curia y a los feligreses que se dejan arrastrar, como humanos que son, hacía el camino fácil, cómodo, bien remunerado y exento de compromisos y OBEDIENCIA a su Santidad.