“Corpus, crisis, oportunidad”
Manuel Bru. 14 de junio. Como señalan los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en su Mensaje para el Día de Caridad, “no podemos subestimar la crisis ni reducirla a una cuestión de ingeniería financiera. Detrás asoma el fracaso de esta sociedad del bienestar y de un modelo de desarrollo que no ha logrado reducir las desigualdades ni disminuir la pobreza en los últimos quince años a pesar de ser años de gran desarrollo económico”. Los obispos se hacen eco de “los alarmantes índices de desempleo, el creciente número de pequeñas empresas en quiebra y de trabajadores a los que se les acaba el subsidio de desempleo, las dificultades de las familias para pagar sus hipotecas y otras deudas, y los desequilibrios emocionales y relacionales que eso genera”. La invitación de Cáritas en el Día de Caridad se concreta en tres ámbitos:
Involucrarse en todos los ámbitos sociales, aportar ideas y acciones para transformar la sociedad, intervenir en todos los espacios susceptibles de crecer en solidaridad y fraternidad.
Incluir en ese espacio de participación a quienes habitualmente ignoramos por su marginación o exclusión, y procurar que también puedan participar de los derechos y de los bienes que son para todos.
Vivir despierto, consciente de uno mismo y de la realidad en la que vive y, al estilo del buen samaritano, detenerse, escuchar y acoger, y mano con mano, hacer el camino con los otros.
Personalmente creo que, si estamos atentos, podemos como los obispos españoles ver el despertar de ejemplares respuestas de solidaridad, como las que se dan en el seno de las familias, o el de los miles de voluntarios que están dando lo mejor de sí mismos. Y viendo esto, entender esta crisis en esa acepción del vocablo más esperanzadora, la de “oportunidad”. Pero una oportunidad que Alguien ha ganado para nosotros, y nos la ha dado gratis, la oportunidad de cambiar de mentalidad, pero porque Él, el Cristo, entrega su vida –su cuerpo- por nosotros, dándonos no sólo la gran lección de la caridad sin límites, sino la gracia para poder vivirla, sobre todo, en estos tiempos recios.