“Don Pascuale" en el Teatro Real
Luis de Haro
¡Qué alegría volver a ver y aplaudir, algo atractivo y positivo en el Real!. Con esta expresiva frase resumía un sufrido espectador la última representación de “Don Pascuale” de esta temporada de ópera que, por diversas razones, está resultando algo movida para el Real. Tras el contratiempo sufrido con el “Don Giovanni” del ruso Tchjerniakov y la anulación de la presentación de la atractiva “Flauta Mágica”, sustituida por la novena de Beethoven con Simon Rattle y la Filarmónica de Berlin –no es mal recambio-, se ha sumado la enfermedad de Ricardo Mutti, de la que aún no está suficientemente restablecido, por lo que se ha visto obligado a dejar para otra ocasión la continuación del proyecto –ya iniciado la pasada temporada con la presentación de “Il dúe Fígaro”- de recuperar dos interesantes obras del italiano Saverio Mercadante, la citada y “La Reppresaglia”, que el autor italiano compuso en Cádiz en 1.824-. Al no encontrarse aún con fuerzas suficientes decidió sustituirla por “Don Pascuale” de G. Donizetti. Un título fundamental en su carrera, con el que se presentó, con pleno éxito, en el Festival de Salzburgo de 1971, que desde dicha fecha forma parte de su repertorio habitual. El Real la presenta en esta ocasión con una producción propia procedente del Festival de Ravenna, Andrea de Rosa como director de escena y la Orquesta Giovanile Luigi Cherubini, creada por el propio Mutti en 2004 y el Coro titular del Real, dirigido por Andrés Máspero.
Realizada en tres actos, está inspirada, como ópera bufa, en el libreto del propio Donizetti y G. Ruffini, adaptado del texto de la ópera italiana “Ser Marco Antonio” escrita por Angelo Annelli. Desarrolla una trama intemporal envuelta en un componente grotesco que trata de humanizar la andadura de unos personajesdemasiados estereotipados, sin olvidar cierta dosis de esa ironía tan propia de un género ya caduco, perteneciente a una etapa operística que estaba a punto de desaparecer. La acción transcurre en la Roma de finales del XVIII, dentro de las líneas generales de la llamada Comedia del Arte. De alguna manera sus personajes son el eco de otros ya existentes en la Literatura. Por ejemplo, a Don Pascuale, se le compara un poco con Pantaleón, el Dr. Malatesta a las falsos sirvientes de antaño y al notario, a aquellos funcionarios superutilizados como fáciles recursos operísticos Se puede poner como ejemplo a “IL Barbieri” de Rossini.
La facilidad de composición de Donizetti hizo que las líneas melódicas generales de la ópera pudieran salir a la luz en solo once días de trabajo, al menos las relacionadas con la parte vocal, para después irle adaptando a la instrumental ciertos pasajes similares a los compuestos para obras anteriores. La obertura avanza ya algunos de los temas que a lo largo de la obra irán teniendo un desarrollo melódico más amplio y variado. Entre sus numerosos dúos destacan el interpretado por Norina y el Doctor Malatesta, al final del acto primero, así como la disputa entre Norina y Don Pasquale al principio del tercero. Su estrenó tuvo lugar en el Teatro de los Italianos de París el 13 de enero de 1843, con más éxito de público que de crítica.
El joven director de escena, Andrea de Rosa se ha inspirado en ciertos pasajes del Decamerón de Bocaccio para diseñar su marco escénico, realizado con una sencilla desnudez –tal vez demasiada-, pero atractiva, que tiene la virtud de pasar pronto a un segundo plano, desbordada por la belleza y atractivo de la partitura. Muy bien llevada por la eficacia y delicadeza de Ricardo Mutti, cariñosamente recibido por el público, como justo reconocimiento al esfuerzo que ha tenido que realizar para cumplir con su compromiso con el Real. Cuanta precisión en sus gestos y que elegancia en la dirección vocal e instrumental.
La Orquesta Luigi Cherubini, su orquesta, a pesar de los comentarios negativos que por parte de un sector de la crítica ha recibido, ha actuado con bastante corrección, solos instrumentales incluidos, bien acompañada por el Coro titular del teatro, siempre firme y seguro en los pocos momentos de protagonismo que ha tenido.
Esta obra para “cuatro intérpretes vocales”, como a veces suele llamársele, ha contado con un importante elenco, que ha destacado por sus buenas formas, tanto en la parte dramática como en la vocal. El bajo bufo Nícola Alaimo ha bordado su papel de Don Pascuale, muy convincente en los dos aspectos interpretativos, igual que el tenor Dmitry Korchack (Ernesto) y Alessandro Luongo (Dr. Malatesta). Eleonora Burlatto ha sido una auténtica Norina; dulce, cursi o agresiva, según el momento. Se ha desenvuelto con auténtico sentido dramático. Hac iendo gala de una voz elegante y llena de brillo, especialmente en los agudos y en los adornos que ha utilizado para reforzar la belleza de su atractiva coloratura.
Cuando Mutti dirigió el Concierto de Navidad que se celebró en el Parlamento Italiano el año 2009, al terminar la interpretación de la 5ª sinfonía de Beethoven, añadió como propina una obra tan poco convencional como la obertura de “Don Pascuale”. Al final Justificó su elección diciendo “He querido con ella ofrecer al mundo una sensación de esperanza, de sonrisa y de hermosa carcajada”.
Una idea que nos viene como anillo al dedo a todos los mortales del siglo XXI para intentar llevar con paciencia los rigores a que estamos sometidos como consecuencia de la actual crisis.