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Diario YA


 

en el Teatro de la Zarzuela

“El Trust de los tenorios” y “El puñao de rosas” inician la temporada lírica

Luis de Haro Serrano

El programa doble formado por “El Trust de los tenorios” y “El puñao de rosas” sirve de marco de despedida a Luis Olmos como Director de la Zarzuela. Una institución que, en su momento, fue faro de la lírica en Madrid, no solo por la programación de las habituales temporadas de zarzuela sino por las de opera, en la que se representaron más de cincuenta títulos.

Por su temática y estilo, “El Trust” y “El Puñao” son dos obras muy diferentes, que cuentan con el denominador común de tener a un mismo libretista; Carlos Arniches.

La Zarzuela siempre ha tenido la preocupación de trabajar para ofrecer al público madrileño obras singulares, que destaquen por su calidad o por haber sido injustamente olvidados como ocurrió con la recuperación de “El estreno de un artista” y “Gloria y peluca”.

“El Trust”, es una comedia alocada que pocos aficionados han visto y, algunos, casi ni recuerdan, pero si la famosa jota “Te quiero, morena…” que el Tenor Alfredo Kraus tantas veces interpretó y grabó. Por su belleza la consideró pieza clave en su repertorio, alcanzando especial éxito cuando la cantó por primera vez en el Colon bonaerense.

Estrenada en el Teatro Apolo de Madrid el 3 de diciembre de 1910 contó, entre el público, con la presencia del Rey Alfonso XIII. Esta humorada cómico-lírica está realizada en un solo acto dividido en ocho cuadros. La acción transcurre en cuatro lugares bien diferentes; Madrid, París, Venecia y La India, en la misma época de su estreno (1910), Olmos la considera como una obra muy cercana al teatro de “varietés”, picante, emocional y dotada de gran vistosidad teatral

“El Puñao” se estrenó el 30 de octubre de 1902 en el mismo teatro, precedido de un extraño ambiente por el rumor que circulaba sobre la posible decisión de Carlos Arniches de abandonar “el género chico”, a pesar de haber entregado a los empresarios del Apolo un libreto para que Chapí lo desprestigiara. Dirigida por el compositor, supuso un rotundo éxito para la música, libretistas e intérpretes. El argumento narra una historia típica de las costumbres andaluzas. Transcurre en un acto con tres cuadros Su música, según comenta Enrique Mejías en el programa de mano, es una composición en la que se respira un aire innegablemente moderno. En ella se encuentran números tan conseguidos y redondos como el del coro inicial, el terceto de los cazadores y el dúo de Pepe y Rosario, que Jorge Negrete y la soprano Mª de los Angeles Morales inmortalizaron en una jornada memorable celebrada el año 1949 en el Apolo con motivo del rodaje de la película “Zarzuelas”.

Puesta en escena
”Luis Olmos, responsable de la puesta en escena de las dos obras, se ha encontrado muy apoyado por la escenografía de Juan Sanz y Miguel Angel Coso, la iluminación de Fernando Ayuste, así como las vistosas imágenes del vídeo diseñado por Vicente Fontecha para ofrecer un “Trust” muy agradable de ver. A estos ingredientes se unió la vistosidad del vestuario diseñado por Mª Luisa Engel y la coreografía de Fuensanta Morales, graciosa y con chispa, especialmente en los números de las cazadoras argentinas y el vals vienes.

La famosa jota “Te quiero, morena…” contó con un gran protagonista, el tenor Julio Morales que, gracias a la fuerza y elegancia de su espléndida voz, muy apoyado por el coro, sacó adelante con acierto el pasaje estelar de la zarzuela del maestro Serrano.

A la soprano valenciana Carmen Romeu –además excelente clarinetista- le correspondió afrontar el mayor protagonismo vocal. Una vez más, la belleza y seguridad de su voz, unido a la facilidad para los agudos le han permitido ofrecer una excelente Rosario y una insinuante cupletista.

La presentación del “Puñao”, en lo que al montaje y movimiento escénico se refiere, en algunos aspectos no transcurrió por la misma línea de aciertos anteriores. La escenografía utilizada resultó extraña y fría debido a los elementos utilizados, algunos difícil de entender y explicar. Se salvó gracias al espléndido trabajo realizado por Julio Morales y, Carmen Romeu, Tarugo y Rosario. Lástima que en uno de los momentos más señalados, el bellísimo dúo con Pepe, no estuviera suficientemente acompañada por la voz de Marco Moncloa. Su timbre, ausente de dulzura y garra lírica, no fue el más adecuado para un pasaje tan señalado.

El cierre escénico de la obra nos permitió descubrir a un gran actor e intérprete, Julio Morales. Un artista lleno de posibilidades en ambos espacios artísticos.

El maestro Cristóbal Soler, con su habitual maestría y experiecia, supo extraer de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del teatro, la belleza instrumental que las composiciones de los maestros José Serrano y Ruperto Chapí contienen.

Después de esta más que agradable despedida, le deseamos lo mejor a Luís Olmos y que pueda cumplir pronto su añorado deseo de llevar a escena una de las últimas obras de Chapí, “La cara de Dios” (1899)