“Elektra”, de R. Straus, abre la nueva temporada de ópera del Real
Luis de Haro Serrano
Elektra, ópera en un acto dividido en siete cuadros, compuesta por R. Straus sobre libreto de Hugo von Honfmannsthal basado en la obra del mismo título de Sófocles, ha sido el título elegido por el Real para abrir la nueva temporada de ópera, que cuenta con una programación demasiado discutida. La Elektra de Hofffmannsthal fue en principio un drama sin música, pero al ver Straus una representación teatral pensó que su texto se podía convertir en un interesante libreto sobre el que componer una buena ópera
Muchos han sido los comentarios y críticas que en su día recibió. Primero se la consideró solo como un “poema sinfónico dramatizado” después, por la dureza de su trágico desarrollo, como una ópera “decadente” y “demasiado sicológica” al profundizar excesivamente en los más íntimos rincones del pensamiento humano. Estas consideraciones y el escaso éxito que alcanzó en su estreno, que tuvo lugar en Dresde el 25 de enero de 1909, no impidieron el reconocimiento general que alcanzó a partir de su presentación, un año después, en el Covent Garden londinenese. A pesar de esta serie de vicisitudes, musicalmente se considera como la ópera más avanzada de su autor, intensa y llena de atractivos. Una obra que no deja indiferente a nadie.
Gracias a su talento musical, Straus podía afrontar con facilidad los temas tan diversos que le presentaba su libretista, como el de “Elektra” (1909) o el del “Caballero de la Rosa” (1910). Su línea de trabajo le permitía encontrarse particularmente cómodo en obras con contenido dramático o descriptivo. Su gran aportación al desarrollo de la música del siglo XX, de manera especial en el campo de la ópera, merece un profundo respeto y consideración.
La acción, según el libretista, debe transcurrir en el patio del palacio real de Micenas poco después de la Guerra de Troya. Como repetidamente se ha comentado, el sicodrama de Straus-Hofmannstal tiene cuatro momentos destacados; el monólogo de Elektra, elenfrentamiento con su madre, la reina Klytamnestra, el dulce encuentro con su hermano Orestes y la trágica danza final que, tras la muerte de los dos magnicidas, realiza Elektra, que culmina con su propia muerte. Todo ello envuelto con la densidad de un texto muy poético acompañado por una música dotada de una politonalidad que, a veces, resulta incomprensible, pero profundamente dramática.
Puesta en escena.- Dentro de las diversas posibilidades que la temática de la ópera ofrece para su montaje escénico, Anselm Kiefer se ha decantado por acudir a una línea fría y dura que sirva para describir con más realismo la miseria humana de sus personajes. Desarrolla íntegramente su acción en un único escenario, el interior de una mastaba dotda de cuatro planos -monumento funerario egipcio de la época de los tinitas, 2.300-3.500 a. a de C, para reflejar con la desnudez propia de un gran contenedor de basura lleno de suciedad y miseria, el realismo de la ruina física y sicológica en que transcurre la dramática vida de los protagonistas. Una escenografía tan inquietante como discutida (han sido necesarios diez camiones de gran tonelaje para su traslado al Teatro) recibida por el público con auténtica división de opiniones y todo tipo de comentarios, acompañado por una dirección de escena del fallecido Anselm Kiefer, dinámica al principio pero con una inapropiada lentitud y frialdad en las secuencias finales, tan necesitadas de un movimiento mucho más vivo y expresivo, imprescindible para aportar mayor verismo al fondo trágico de la obra y a la fuerza con la que, de forma paralela, discurren el texto y, muy especialmente, la música.
Magnífico el trabajo del gran director Semyon Bychkov al frente de la orquesta titular del Teatro, reforzada hasta 117 miembros, especialmente en el apartado de la percusión y los metales. El largo trabajo de ensayos, cerca de dos meses, al que los ha sometido ha dado claramente su fruto. Su protagonismo ha sido más que notable.
Espléndida Cristine Goerke como Elektra (Deborah PolaSKI, como 2º reparto, ha intervenido con la misma brillantez) por su durísimo trabajo vocal y escénico, tanto monta, monta tanto, Su voz, clara, elegante y limpia, ha sabido expresar en todo momento el drama interior al que su conciencia estaba sometida. Brilló especialmente en los durísimos agudos, muy bien resuelta su excesiva carga de sonoridad e intimista a la vez en la larga secuencia del encuentro con su hermano. En la misma línea de aciertos deben incluirse las actuaciones de Jane Hensche ( Klytämnestra), Manuela Uhl y Ricarda Merbeth (Chrysothemis) y Samuel Youn (Orest)
El delicado diseño del vestuario realizado por Kiefer para Klytämnestra basado en el modelo de vestido griego tipo “peplos”, pasó bastante inadvertido debido a su corta utilización, por lo cual Dado lo que a todos los niveles económicamente se está viviendo, cabe preguntarse sobre la oportunidad o necesidad de realizar este gasto que tan poca repercusión ha tenido en la representación.
Como comentario final es de justicia destacar la buena acogida que la obra ha tenido, que contó en el día de su estreno con la presencia extraordinaria de los Reyes Don Juan Carlos y Dª Sofía.