Fina Millán-Hita. Dice el refrán que “por la boca muere el pez”, y eso es lo que le pasó al señor Durán Lleida el miércoles pasado en la sesión de control, en la que fue traicionado por su subconsciente y protagonizó una de las críticas más chuscas y rocambolescas que pueda imaginarse.
El portavoz nacionalista – e independentista, aunque se empeñe en negarlo – cuando debatía con el ministro Wert en el pleno, defendiendo la inmersión frente a la reforma educativa, nos reveló un dato que ponía en solfa la cansina argumentación de su partido.
Duran afirmó que el castellano no corre "peligro" en Cataluña, porque – dijo - "Es más, incluso en esta escuela catalana muchas veces la lengua mayoritaria en el patio sigue siendo, lamentablemente, el castellano".
Si examinamos la frase de Durán, nos percatamos de que el portavoz de CiU sabe, aunque no lo quiera reconocer abierta y sinceramente, que en la práctica muchos niños - obligados a estudiar en catalán - tienen el castellano como lengua materna y es ése el idioma que eligen cuando tienen libertad para hacerlo: en el recreo. Meridianamente claro. Todos lo hemos entendido a la perfección.